Cartones motivacionales...
Ya comenzaron.
Todo indica que ya se pusieron de acuerdo hasta en los mínimos detalles. Una
vez atado y bien atado
el pacto, o sea maiceados y bien maiceados
los mercaderes del PAN y los chuchos traidores del PRD en la privatización de
PEMEX y la entrega a intereses extranjeros de los recursos energéticos de la
nación mexicana, la mancuerna de la insaciable oligarquía empresarial y el
gobierno vende patrias del presidente Salinas de Gortari...no, no, perdón, de
Peña Nieto, ha comenzado ya a poner en práctica el capítulo siguiente de su
anhelado plan:
Se trata de una campaña de desinformación y aleccionamiento de la población
que promete ser de proporciones monumentales; igual de onerosa y espectacular
que la que el año pasado llevó al poder al mocho encopetado y a su pandilla de
hampones de cuello blanco.
Su inimaginable costo lo pagará...sí señor, lo adivinó usted; lo pagará usted
también, con sus impuestos.
Así que, por cielo, mar y tierra, los criminales organizados que administran
el país intentarán -y lograrán, faltaba más- lavar, enjabonar y exprimir los
pequeños cerebros de los mismos que votaron por el PRI en julio del 2012 para
que vean con buenos ojos y se muestren felices con la privatización de
Petróleos Mexicanos.
Tan fácil que les resultó entonces. Tan bien que
cooperaron los medios haciendo su parte a favor del candidato de la oligarquía
en la pasada campaña electoral
(que por
cierto están siendo pagados con creces desde el principio del sexenio).
Las televisoras del duopolio siempre apoyan al gobierno, siempre que el
gobierno les siga canalizando carretadas de oro para la propaganda mentirosa,
molesta, grotesca a que ha sido acostumbrado al pueblo desde los tiempos del
primer período presidencial del
pelón de
Agualeguas.
La nueva embestida gubernamental de manipulación masiva estará dirigida
principalmente al tontarriaje futbolero y telenovelero para que “acepte” que le
roben su patrimonio energético y las ganancias derivadas de la transformación
industrial de los hidrocarburos. Para que todo sea otra vez como antes de
Cárdenas y las empresas extranjeras se lleven las enormes ganancias de la
extracción y refinación de nuestro petróleo.
La misión del gobierno “revolucionario e institucional” de Peña Nieto es muy
sencilla:
privatizar los beneficios y
socializar las pérdidas, máxima expresión de la ideología de los neoliberales
derechistas que se han apoderado de México por la apatía y la estupidez
de la mayoría descastada y cumbanchera de sus
ciudadanos.
A las multinacionales saqueadoras ya les urge disfrutar del enorme pastel:
presionan abiertamente y les hacen manita de puerco un día sí y otro también a
los hombrecillos corruptos del gabinete en turno. Quieren que todo se arregle
rápido y sin problemas, para eso son los sobornos multimillonarios depositados
en bancos del extranjero. Así ha sido siempre.
Desenmascaradas y cínicas, el día de hoy,
petroleras y
haliburtons enquistadas ya en el cuerpo de PEMEX, se mueven sin el menor pudor por todo el escenario nacional con su
ejército de mercenarios gestores, alfiles y lobistas
(de lobo,
no de lobby).
La propaganda canalla en favor de la privatización
que se mira venir se ha diseñado científicamente por despachos especialistas.
El objetivo es que el pueblo acepte la engañifa después de oír y ver mil veces en la televisión los
rollos de los López Dórigas, Ciros, y Michas
y demás congéneres. Se podrí afirmar que pretenden que después de escuchar y volver a escuchar millones
de spots de radio, la mayoría de nuestra población, zombificada, se pronuncie en pro de privatizar y hasta se eche a la calle gritando alegremente:
--¡Muera PEMEX, viva SHELL, viva CHEVRON!
No hay más que recordar la feroz y costosa campaña del “tesorito de aguas
profundas" que nos recetó Felipe Calderón en el año 2008. Un numeroso sector de
la población se tragó entero el anzuelo del espurio y su banda e hizo el
papelón en tertulias y cafés, guiada por los mismos
intelectuales y expertos a
sueldo que tenemos en las pantallas a toda hora.
El día de mañana pues, un populacho feliz e ilusionado con su tarjeta
Soriana en el bolsillo o como le llamen el nuevo truco, será incluso capaz de
organizarse espontáneamente para tirar al suelo las estatuas de Cárdenas y
quemar los retratos de Juárez en las oficinas públicas. La santa iglesia
católica cooperará encantada en el proyecto.
Y los panistas?...pues nada, ellos apoyan a su correligionario de Los Pinos.
Los circunspectos ciudadanos de la panadería blanquiazul no representan
problema alguno, todo lo contrario; no habrá tos. Ellos no tienen ideología.
Mejor dicho, su única noción ideológica es la de vender lo que sea, cuanto
antes mejor, y obtener las mayores ganancias como sea. Los panistas son como
clones de Santana, quien durante la invasión gringa de 1847 vendía a trasmano y
en exclusiva al enemigo la pastura para la caballada del ejército de Taylor.
El
anhelo más acabado de los fans de Calderón y Diego Cebollas y Mochepina sería el vender un día no muy lejano
el Palacio Nacional para poner allí un Mac Donalds.
Dice “El Orejano”, filósofo del barrio especializado en observar el
comportamiento cívico de la clase media y la naco-burguesía mexicanas, que en
lo más profundo de la psicología de un panista se encuentra una especie de
rencor infantil patológico -nunca resuelto- por haber reprobado la materia
Historia de México en quinto de primaria, cuando tuvo que ir su mamá a sobornar
a la directora para que pudiera pasar año.
Cartón de El Fisgón.