martes, marzo 16, 2010

Chelo Silva, la única.
Reina y señora de “La Virtud”
En México no puede haber cantina o pulquería -así sea de mala muerte- que no tenga en su sinfonola una pieza de Chelo Silva.
En la nuestra tenemos un buen número de sus inolvidables interpretaciones románticas, llenas de desamor y tormentos. Con la emocionada pleitesía de su pueblo, que siempre la recuerda, acá le rendimos homenaje permanentemente: esta casa de placeres mundanos no podría entenderse sin ella.
Y no sólo eso; para deleite de nuestra exquisita, pulquérrima y sufrida clientela, hemos colocado este collage digital en sitial de honor del salón principal. Fue elaborado por el maistro encargado de este antro en su antediluviana computadora de leña.
Bajo la imagen, hay una sencilla repisa con flores y una infaltable veladora.
De esta manera, la inconmensurable diva del arrabal mexicano comparte muro con lo más granado del arte y la mas genuina cultura popular.
También recordamos en el mismo espacio -¿cómo no hacerlo?- al queridísimo pintor oaxaqueño Rodolfo Morales, de quien hemos tomado un trocito de una de sus obras para darle realce a la composición.
Si usted lo desea, puede dirigirse al aparato de sonido, abajo, al fondo de la página, y escoger una canción del repertorio de Doña Chelo, por ejemplo, “Vagabunda” que es una muestra barroca y sublime de sus cantares postreros en los que su voz, destrozada y aguardientosa, alcanzó cotas de especial dramatismo de quinto patio.
La pura escencia de las penas y los pesares echados al viento con el lomo doblado en el lavadero o sobre la mesa de planchar o, como dice Lila Downs, "en la cocina, donde también se sufre y se llora mucho".
Mientras la escucha, no deje de recetarse un lamparazo de lo que tenga a mano; solo tenga cuidado y evite que se entere la señora de la casa.

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