En Grecia no hay líderes charros...ni lo mande Dios!
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Enrique Galván Ochoa en su columna "Dinero" de hoy en La Jornada, escribe sobre la situación que vive por estos días la economía de Grecia, que amenaza con arrastrar a un colapso a la Unión Europea en su conjunto, y plantea, con su buen tino y agudeza característicos:
"¿Qué está sucediendo en Grecia, la cuna cultural de la humanidad, la tierra de Sócrates, Platón y Aristóteles?
Los sindicatos, a los que se ha sumado la población en general, se rebelan contra las medidas de ajuste que el gobierno quiere imponerles (...) para que el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea le preste más de 150 mil millones de dólares a fin de que pueda seguir pagando a la banca internacional los préstamos que le concedieron irresponsablemente. "¿Qué está sucediendo en Grecia, la cuna cultural de la humanidad, la tierra de Sócrates, Platón y Aristóteles?
¿En qué consiste el apretón del cinturón? Congelamiento de salarios, aumento de impuestos, modificación de pensiones para que los trabajadores laboren más años antes de jubilarse, alza del precio de los combustibles y otros productos y servicios controlados por el Estado griego.
¿Les parece una historia conocida?
Sí, es la tragedia mexicana que revive en Grecia. Sólo que aquí el castigo fue apechugado resignadamente por la gente, los sindicatos charros no protestaron ni se atrevieron a decretar una huelga general. La válvula de escape de millones de mexicanos que han sido sumidos en la miseria por los sucesivos planes de shock ha sido irse a trabajar a Estados Unidos. Los líderes obreros –la miss Gordillo, Romero Deschamps, Joel Ayala, etcétera– son inmensamente ricos.
Lo mejor que se le puede desear al pueblo griego –admirable por tantos motivos– es que no repita la tragedia mexicana".
Hasta aquí el texto de Galván.
--Ojalá, rematan al unísono varios especialistas en economía y política internacional que, leyendo la nota, sestean y trasiegan tlachicotón a la vera de frescas barricas en un rincon umbroso y apacible de este aguaje de musas y profetas. Uno de ellos, el oaxacaliforniano Ramírez de Santiago, con voz impostada e inconfundible acento, exclama:
--Allá no hay líderes charros, ni zedillines, ni calderones, ni salinas, diegos, paco-giles, o carstens; ni existen chuchos o chuchas colaboracionistas, ni diputados poco-robas u otras especies perniciosas...es más: no hay ni mexicanos sufridos, olvidadizos y agachones.
Los griegos son más dignos y más entrones.
-Y más cab... y más chin...!!!, gritó un parroquiano anónimo de La Virtud, desde el fondo del WC del establecimiento.
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