Moralejas de pulquería...
Sobre la inconveniencia de los excesos.
Para cerrar con broche de oro el divertido ciclo de verbenas y francachelas con que "La Virtud" ha celebrado la beatificación del polaco Carol Wojtyla alias Juan Pablo II, presentamos estas bonitas imágenes, no por ilustrativas y didácticas, menos dignas de adornar los muros de cualquier pulcata de barrio o expendio de curados y neutles que se precie.
Se trata de un ejemplo moralizante sobre los desastrosos efectos que puede tener para la salud física y mental de un individuo el nefando vicio de chuparle los dedos a otro.
Con mayor razón si el chupador es Presidente Constitucional en funciones de una nación y debe cuidar su figura pública, y el chupado lleva las manos en dudoso estado de higiene.
Sucede que, al parecer, el hoy beato Juan Pablo II había terminado una larga entrevista en México con el Padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, lo cual hace suponer con toda honestidad que, al término del encuentro, ambos personajes por lo menos se habrían despedido "de mano".
De pronto, el sujeto chupador vio venir al Papa, se santiguó tres veces, balbuceó algunas incoherencias, corrió a su encuentro y se tendió a sus piés, sujetándolo fuertemente. Entonces, arrodillado, el individuo le chupó los dedos con vehemencia, hasta que los guardias de seguridad lo retiraron a la fuerza de allí, pues el desquiciado fanático se los había dejado adoloridos y morados al pobre anciano.
En la foto de abajo vemos las consecuencias que tuvo en el rostro del chupante al día siguiente la larga y pasional chupada. Por andar de chupador, nuestro muy conocido personaje se quedó con la boca feamente torcida por algunos días.
Tiempo después se supo (a partir de chismes que se filtaron desde los mismísimos pasillos del Vaticano) que también el Sumo Pontífice padeció durante varias semanas las consecuencias de aquella bárbara chupada en sus extremidades, de por sí afectadas de artrítis y otros achaques.
Las fotografías son propiedad de suss legítimos autores o detentores legales
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