viernes, diciembre 09, 2011

Honda conmoción en La Virtud...

Jubilaron a El Jetas.

Lo dejó escrito hace mil años nuestro gran santo protector, el mayor de todos los poetas don Omar Khayyam: la vida es muy parecida a una piquera cualquiera. Entran parroquianos, se beben unos pulques, dicen unas cuantas palabras; luego salen y siguen su camino.
En el exterior, el mundo y los planetas siguen su marcha sin que les importe un comino la minúscula vida de los hombres. Nada es inmutable, todo evoluciona.
A Juan Sandoval Iñiguez, cardenal y arzobispo de Guadalajara, Jalisco se le acabó su tiempo y El Vaticano lo mandó al carajo, por viejo, dicho esto con palabras simples, aunque más de cuatro hubiésemos preferido que la suspensión fuese por otros motivos, que los había de sobra y muy sustanciosos, a más de que hubieran hecho las delicias del personal.
Se nos ha acabado la fuente de tanto divertimento. Ni modo.
El caso es que, a partir de hoy, al no contar con el foro mediático de su alta jerarquía eclesiástica, este repugnante personaje desaparece de la escena pública en México, de la cual se había enseñoreado en los últimos tiempos (dícese de este sexenio de mochería empoderada en el que el clero ha hecho de las suyas de la manera más insolente).
Aunque acá entre nos y murmurado bajito, es de dudarse que alguien con un centímetro de frente hubiese tomado en serio las anatemas, exorcismos, bravatas y bufonadas de nuestro personaje. Bueno, nadie, salvo las catorce beatas de la parroquia de San Expedito, allá en la perla tapatía y sus sobrinas de las rancherías del rumbo de Yahualica.
A propósito de su fama de hocicón, viene a cuento lo que escribió José Blanco (1) sobre su farandulesco y primitivo discurso gestual que le ganó el apodo de “el cavernal”: 

La gestualidad humana se ha sistematizado con muy variados resultados exitosos; ha sido un trabajo que ha buscado un marco científico, pero eso que llamamos la sabiduría popular –el producto acumulado de la observación que practican la gran mayoría de las personas–, lo resume en la expresión “la cara es el espejo del alma” o el “reflejo del alma”... “el energúmeno de Guadalajara... muestra una faz sumamente expresiva: en plena coherencia con su discurso irritado, y con su alto bonete cardenalicio bien plantado, vemos un rostro agudamente congestionado, el ceño duramente fruncido, y esa su bocaza, tan característica, con los labios crispados y lanzados hacia delante al modo de los chimpancés cuando están asustados y furiosos. Desesperación, rabia e impotencia se lee en ese desagradable gesto de Sandoval que parece reventarle el hígado... “a una cara similar agrega un gesto de furioso exorcismo con ambos miembros superiores, echando hacia delante brazos y dedos semitiesos, el brazo derecho más adelante que el izquierdo.
Revela lo mismo: desesperación, furia e impotencia; como si quisiera con toda la fuerza de sus retorcidos sentimientos, que fuera quemada viva toda la runfla que pulula por el país, demandando ya la despenalización del aborto, ya el matrimonio entre humanos del mismo sexo, ya la igualdad de oportunidades para mujeres y hombres, y otras monstruosidades análogas”.
“La Iglesia católica como la iglesia de los pobres es una farsa del tamaño del país. Cardenales, obispos y curas de acá y de acullá, viven como reyes moros, y no tienen el interés de que las cosas avancen hacia una modernidad más civilizada y democrática. Son los amos en una sociedad subdesarrollada, falta de escolaridad y de bienestar y así quieren los sandovales que las cosas continúen.
E pur si muove. Con gran lentitud, ciertamente, pero los espacios de opinión, de expresiones colectivas, de avances en la legislación en algunos estados del país, de penetración en México de las disposiciones de los tratados internacionales, cobrarán más fuerza conforme la sociedad mexicana gane en escolaridad de nivel superior, y todo ello, con el tiempo, irá mermando la nefasta influencia de los sandovales. No hay más que asomarse a Europa y mirar cómo las ovejas que pastorean esos personajes del medievo que son los curas, son cada vez menos, y menos aún los que ahí quieren volverse pastores-curas”.

En fin, decimos adiós don Juan, independientemente de la honda conmoción que la noticia de su cese ha causado en este establecimiento. Se nos termina un divertido espectáculo y un tema de chistoretes jugoso y profuso; deseamos de corazón que el hombre disfrute de su descanso y pase una buena vejez.
Además, la casa sostiene que le sentará muy bien a la salud espiritual del ex-monseñor el que, todos los días, al despertar y antes de empujarse su buche de tequila mañanero, eleve al Señor de los cielos esta pequeña oración:  

Artículo 130 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos,
Inciso e).-
Los ministros no podrán asociarse con fines políticos ni realizar
proselitismo a favor o en contra de candidato, partido o asociación
política alguna. Tampoco podrán en reunión pública, en actos del culto o
de propaganda religiosa, ni en publicaciones de carácter religioso,
oponerse a las leyes del país o a sus instituciones, ni agraviar, de
cualquier forma, los símbolos patrios.


(1) La Jornada, 26 jul. 2011.

2 comentarios:

Xavier González Fisher dijo...

Oiga Eminencia: Un par de preguntas.

¿A poco esa "jubilación" (no sé de quién será el júbilo, sí del cesante o de "la grey") le va a impedir seguir buscando los reflectores?

¿Le van a dar su pensioncita del Seguro Social al interfecto o tendrá algún "fondo jubilatorio" que le cause verdadero "júblio" por vivir sin trabajar?

Un abrazo.

Armando Moncada dijo...

Ostras!...yo creo que el júbilo es de las dos partes: el interfecto ya debe estar hasta el gorro de tanta farsa y de tener que aguantar a las beatas apestosas; y los pobres fieles, de tanto cabrón (con perdón) manipulador.
Ora, reflectores siempre tendrá porque es una "vedette" del sistema.
Sobre la pensión, pos no sé como se las gasten en eso los curas, aunque no creo que haya nada de nada. La lana es nomás para la élite de Roma.
Salud!