jueves, marzo 29, 2012


Benedicto 16 en Cuba...
Tome su mango, caballero.

Ha terminado el mitote. Vino el papa a México y se fue. Pero antes de retornar a su cubil Vaticano, quiso aprovechar la vueltecita por el tercer mundo (así dicen sus achichinques) para ir a esparcir también su "doctrina" a Cuba donde, con la tradicional cachaza de la casa, lo recibieron a porta gayola y, luego de darle por su lado con reverencias, lindezas y sabrosa burundanga, lo despidieron con otros lances de exquisita torería:
Sea usted bienvenido, haga su apuesta, pero... tome su mango, caballero.
Al primitivismo de las groserías e insolencias discursivas del sumo pontífice, dignas de un Vicente Fox cualquiera, el presidente Raúl Castro y después el propio Fidel, encarnando con envidiable empaque a la santísima trinidad guajira (los entrañables pícaros Tres Patines, Nananina y El Juez) contestaron al cura ex-nazi con una sonrisa chinguenguenchona y con un sortilegio cubanísimo.
Luego de escuchar, respetuosos y atentos, los choros obesivos y de aguantar impávidos las provocaciones del siniestro visitante, los hermanos Castro, escondida la mano izquierda en el bolsillo de sus guayaberas almidonadas, cruzaron los dedos a la manera de los ñáñigos y los santeros de Guanabacoa, para invalidar secretamente su aparente condescendencia con las "propuestas" neo-medievales de reconquista vaticana que parecían acoger con atenta humildad, exclamando en voz bajita, como un susurro, igual que Galileo hace quinientos años:
  --Tome usted su mango, caballero.
Y el vejete ni cuenta se dió de que le hicieron la faena.
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A propósito de la iglesia católica y de Cuba, un poeta callejero de nuestro barrio, apodado El Orejano quien trasiega pulque, hace mandados en bicicleta, canta ópera, y cultiva rosas blancas entre otras de sus mil facetas y actividades, nos hace llegar esta décima escrita por Nicolás Guillén en honor de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona isleña, que gustosamente publicamos por venir a cuento:

Virgen de la  Caridad
que desde un peñón de cobre
esperanza das al pobre
y al rico seguridad,
en tu criolla verdad
oh, madre, siempre creí.
Por eso pido de tí
-si es que tu bondad me alcanza-,
des al rico la esperanza;
la seguridad...a mí.

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