martes, julio 24, 2012

Travesuras de El  Orejano...
Benedictus inter mulieres (in pulcata).

Colorado, colorado, resoplando como siempre El Orejano, ilustre parroquiano y en sus ratos libres mandadero de la casa, encargado también temporalmente de nuestros asuntos de plástica digital y sonido estereofónico del salón llegó este mediodía rayando su bicicleta balona frente a nuestras puertas y pidiendo su catrina de curado del día.
Cuando terminó de refrescarse el gurguñate se despojó de su sombrero Panamá, se limpió el sudor con un paliacate rojo y cantó inspirado y con los ojos en blanco unos trozos de la Recóndita Armonía (Tosca, Puccini, Acto I).
Al terminar el aria y el aplauso del respetable murmuró algo inintelegible y solicitó al Pelucas que le escanciase más elíxir de guayaba que se bebió como si fuera un becerro de año; luego, misterioso y enigmático, extrajo de un sobre color marrón la imagen que vemos arriba y la examinó detenidamente junto con el Máistro Mecates y El Licenciado Manos Prietas que en esos momentos se hallaban acodados en la barra, en discretísimo coloquio.
Ya sosegado y con unas cuantas catrinas entre pecho y espalda, nos refirió Orejano que la foto se la regalaron en una pulquería del rumbo de la colonia El Pinacate, pero nosotros no le creemos. De seguro él mismo la hizo, ya le conocemos el estilo.
Más bien pensamos que lo que se trae entre manos el pícaro sujeto es bajarle algo al patrón, cultivándolo con zalamerías varias y lisonjas heretizantes; ya ven que el ruco cuatrocieneguense es su paisano y sobre todo es un hombre muy devoto de San Benedicto, el beato Juan Pablo y otros piadosos monigotes de la misma calaña. 
De cualquier modo y sea lo que sea, damos el crédito obligado a quien corresponda la autoría del documento gráfico y manifestamos nuestro deleite al core por tan bonita muestra de inspiración celestial. 
Esos maravillosos conjuntos plásticos se los puede uno encontrar en las paredes de casi cualquier establecimiento del ramo y  –justo es decirlo- hasta el más ignorante en arte contmporáneo puede percatarse de que superan en efectos estéticos y originalidad creativa a las mafufadas que ponen los esnobs posmothernos en cualquier museo y le llaman  pedorrescamente “instalaciones”.   

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