sábado, septiembre 15, 2012

Resistencia civil...
Limpiar la nomenclatura de nuestras calles.

A propósito de las acciones de resistencia popular que propone MORENA para enfrentar el alud de embates que tiene listos la clase política-empresarial contra el pueblo de México, el maestro Bernardo Bátiz nos habla en su artículo de hoy de un grupo que trabaja en defensa de la dignidad nacional y la economía popular. 
Se trata de Buzón Ciudadano, un colectivo independiente que se reúne en el parque público de la colonia Postal en el DF y que propone desde ya una primera acción de resistencia o desobediencia civil digna de apoyarse.
“Plantea el grupo la necesidad de corregir “la historia desde las calles, recuperando la dignidad de los mexicanos”. Consideran que una forma de acción positiva será corregir las placas de las calles, avenidas y plazas que lleven el nombre de personajes reprobados por la opinión pública, para sustituirlas por denominaciones que recuerden a ciudadanos reconocidos y respetados.
La propuesta, cuyo impulsor es Antonio Villegas, además de elevar la moral de los ciudadanos, que ya no tendrán que dar como su domicilio, por ejemplo, la colonia Díaz Ordaz o la avenida Luis Echeverría, constituye un primer ensayo de acción digna y positiva de la ciudadanía frente a los caprichos de los gobernantes y puede ser un primer entrenamiento para actividades futuras de mayor significación, que requerirán imaginación para su preparación y valor para su implementación”.
El licenciado Manos Prietas, docto jurisperito lagunero de larga trayectoria en estos menesteres nos dice que las calles de la conarca está llenan llenas de nombres de personajes menores, reprobados por el pueblo, indignos y hasta obscenos. Abre el cierre de su gastado portafolios, consulta una libretita y nos dice, después de ponerse sus lentes:
Aparte de los susodichos ex-presidentes, acá tenemos que apechugar con los nombres de todos los próceres de Los Pinos, hasta Zedillo; y prácticamente todos los ex–gobernadores del estado, ya nos podemos imaginar.
  --Qué tal por ejemplo el pillo Oscar Flores Tapia?
En las zonas marginadas de los municipios conurbados abundan colonias y calles que llevan los nombres de esposas de burócratas ladrones y alcaldes sinvergüenzas.
Luego vienen los líderes charros, desde Fidel Velásquez y sus siete lobitos, hasta los impresentables cucarachos cetemistas locales y las lideresas barrigonas que pululan por las oficinas públicas exigiendo su cuota.
El caso de la vecina Gómez Palacio, Dgo. es para quedarse atónito con su larga colección de alhajas sociales y sus respectivas  genealogías impunes que tienen sus ofensivos nombres en avenidas y colonias.
No faltan apellidos fenicios de repugnantes empresarios-políticos de administraciones recientes. Luego vienen los futbolistas mediocres, los cantantes chafas y por supuesto las glorias del cine nacional y, en los últimos tiempos, hasta dignatarios eclesiásticos y el mismísimo papa Juan Pablo II, a quien la mochería aldeana le ha levantado una horrorosa estatua (con recursos del municipio, but of course). 
  --Cuando le preguntan a usted su dirección, le gustaría contestar:

El pueblo catalan cambiando la nomenclatura fascista.
  --Sí, cómo no, estoy a sus órdenes en Carmen Salinas No. 935.
  --Y mi oficina está en Av. Rigo Tovar 21.
O, cuando le pregunten: donde estudian sus niños?
  --En la escuela Victoriano Huerta, aquí en Torreón.
No solo personajes frívolos, sino que hasta asesinos y genocidas como Eulogio Ortiz; revolucionarios canallas del bando equivocado como Benjamín Argumedo o carranclanes perfumados especialistas en depredación de bienes ajenos (carreancear es un verbo de uso común en estos días), curas lambiscones, beatos cristeros y dirigentes de clubes sociales degradan, vulgarizan o infaman la nomenclatura de las calles.
El encargado de este tinacal enfervorecido de ambiente patrio septembrino se entromete en el asunto (oootra veeeez!) y echa su cuarto de espadas, haciendo remembranza de lo que ocurrió en aquella España que se espabiló y despertó de pronto, lúcida y participativa, tras la muerte del dictador.
Se emociona hasta el lamparazo de Fundador al recordar al venerable alcalde de Madrid don Enrique Tierno Galván cuando en 1981, encaramado en una escalera de palo y animado por el pueblo, desprendió con un piolet las placas esmaltadas con que Franco había cambiado el nombre a la Gran Vía y le había puesto Avenida José Antonio. 
El profe Tierno Galván zumbándose un chotís entre el regocijo popular
despues de reponer su nombre original a la Gran Vía madrileña.
Nos dice también el ruco tepachero que la buena costumbre de limpiar la nomenclatura callejera perdura hasta hoy en la madre patria, ya que no pasa un mes sin que los diarios nos alegren con noticias de demolición de monumentos del caudillo o de quitas de placas de calles que llevan nombres de asesinos y generales fascistas como Yague y Millán Astray que, increíblemente aún quedan por la geografía ibérica.
--Momento, don Armando, –tercia el poeta Froilán- en su pueblo mágico no cantan mal las rancheras: siendo la tierra natal de Venustiano Carranza, todo en Cuatro Ciénegas lleva ese nombre pues, tanto a los imaginativos políticos saltillenses como a los ilustrados ediles locales, al parecer no se les ocurre otra cosa para bautizar todo lo allá que se inaugure, desde excusados comunitarios de las colonias populares, hasta las ligas de básquet bol de la secundaria. 
--Y que me dice su merced sobre la estatua del merolico Fox en Veracruz y de los bustos en bronce de ciertos yunquistas amigos de Calderón que se colocarán muy pronto en la secretaría de gobernación?

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