sábado, enero 26, 2013

Estropicios de chivo suelto.
Aquí tenemos de nuevo al recurrente macho cabrío, que tanto hace cabriolas cuando se invoca en doctas peroratas de cenáculos hermenéuticos, mea culpas de sacristía y otros expendios de indulgencias y bebidas espirituosas.
El animal es tan incorregible y bárbaro, que los fabricantes gringos de esa cerveza pegalona (de alta graduación alcohólica) llamada bock lo ponían en su publicidad de antaño como figura emblemática de los efectos de su ingesta. Como dijo el clásico: sobre aviso no hay engaño.

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