Historietas taurinas...
La Sonora
Mat...orera.
Al
contrario de lo que ocurre con sus vecinos Baja California y Chihuahua, la
población del estado mexicano de Sonora no se caracteriza por tener afición a
las corridas de toros. A lo largo del último medio siglo solo se dieron menos de una docena en la ciudad de Nogales y unas cuantas en
otros municipios, solo para confirmar la regla. En territorio sonorense hubo dos ganaderías bravas que tuvieron una corta existencia. La tauromaquia pues, en Sonora, ha sido y es prácticamente inexistente.
Hace unos
días el congreso del estado libre y soberano de aquella entidad norteña hizo estallar la
cohetería mediática al anunciar a propios y extraños que de ahora en adelante
quedan allí prohibidas las corridas de toros. Sí señor. Y el decreto entró en vigor de inmediato.
De los
valientes y mothernos diputados sonorenses que realizaron tan grandísima
hazaña legislativa se podría decir que con tan brillante victoria se han
cubierto de gloria. Escenificaron el Parto de los Montes.
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Que han hecho los diputados sonorenses para que se haga justicia en el caso de los 49 niños muertos en la Guardería ABC? |
--Se la bañaron esos gweyes, manito!
--Es que así son allá, matador.
--Son bien machotes y bien entrones.
--Bien entrones, como Beltrones, exclama El Churumbel, mientras se toca con ambas manos las alas de su sombrero cordobés y se lo echa para adelante sobre las cejas, a la manera de Piporro, y luego posa inflando el pecho y poniendo cara de circunstancia, como si fuera un senador priísta frente a las cámaras del canal de las estrellas. El regocijo de los parroquianos de La Virtud hace desgranar un caluroso aplauso.
--Es que así son allá, matador.
--Son bien machotes y bien entrones.
--Bien entrones, como Beltrones, exclama El Churumbel, mientras se toca con ambas manos las alas de su sombrero cordobés y se lo echa para adelante sobre las cejas, a la manera de Piporro, y luego posa inflando el pecho y poniendo cara de circunstancia, como si fuera un senador priísta frente a las cámaras del canal de las estrellas. El regocijo de los parroquianos de La Virtud hace desgranar un caluroso aplauso.
Al terminar
la ovación, el maese Leonardo Páez, quien desde hace tiempo no pasaba a nuestro salón
a echarse unos pulques con los amigos y a escuchar nuestra sinfonola, elegante como siempre, y de pie junto a
la barra, echa su cuarto de espadas soltando una carcajada de las suyas y agrega:
--En mi artículo de hoy en La Jornada cuento lo que me
escribió uno de mis lectores en plan de chacoteo. Me dice que, ya que los diputados
sonorenses se lucieron con la prohibición de un espectáculo prácticamente inexistente en su tierra, no sería de extrañar que también
declarasen prohibidas las canciones de Bienvenido Granda “El bigote que canta” y
la Sonora Matancera, quienes popularizaron una sabrosa rola cumbanchera con tema taurino allá
por el año de 1948.
Y que así tampoco sería de extrañar que prohibieran el uso del bigote y los ritmos guaracheros.
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