sábado, junio 22, 2013

Cartones motivacionales...
Ya comenzaron.


Todo indica que ya se pusieron de acuerdo hasta en los mínimos detalles. Una vez atado y bien atado el pacto, o sea maiceados y bien maiceados los mercaderes del PAN y los chuchos traidores del PRD en la privatización de PEMEX y la entrega a intereses extranjeros de los recursos energéticos de la nación mexicana, la mancuerna de la insaciable oligarquía empresarial y el gobierno vende patrias del presidente Salinas de Gortari...no, no, perdón, de Peña Nieto, ha comenzado ya a poner en práctica el capítulo siguiente de su anhelado plan:
Se trata de una campaña de desinformación y aleccionamiento de la población que promete ser de proporciones monumentales; igual de onerosa y espectacular que la que el año pasado llevó al poder al mocho encopetado y a su pandilla de hampones de cuello blanco.
Su inimaginable costo lo pagará...sí señor, lo adivinó usted; lo pagará usted también, con sus impuestos.
Así que, por cielo, mar y tierra, los criminales organizados que administran el país intentarán -y lograrán, faltaba más- lavar, enjabonar y exprimir los pequeños cerebros de los mismos que votaron por el PRI en julio del 2012 para que vean con buenos ojos y se muestren felices con la privatización de Petróleos Mexicanos.
Tan fácil que les resultó entonces. Tan bien que cooperaron los medios haciendo su parte a favor del candidato de la oligarquía en la pasada campaña electoral  (que por cierto están siendo pagados con creces desde el principio del sexenio).
Las televisoras del duopolio siempre apoyan al gobierno, siempre que el gobierno les siga canalizando carretadas de oro para la propaganda mentirosa, molesta, grotesca a que ha sido acostumbrado al pueblo desde los tiempos del primer período presidencial del  pelón de Agualeguas.
La nueva embestida gubernamental de manipulación masiva estará dirigida principalmente al tontarriaje futbolero y telenovelero para que “acepte” que le roben su patrimonio energético y las ganancias derivadas de la transformación industrial de los hidrocarburos. Para que todo sea otra vez como antes de Cárdenas y las empresas extranjeras se lleven las enormes ganancias de la extracción y refinación de nuestro petróleo.
La misión del gobierno “revolucionario e institucional” de Peña Nieto es muy sencilla:  privatizar los beneficios y socializar las pérdidas, máxima expresión de la ideología de los neoliberales derechistas que se han apoderado de México por la apatía y la estupidez  de la mayoría descastada y cumbanchera de sus ciudadanos.
A las multinacionales saqueadoras ya les urge disfrutar del enorme pastel: presionan abiertamente y les hacen manita de puerco un día sí y otro también a los hombrecillos corruptos del gabinete en turno. Quieren que todo se arregle rápido y sin problemas, para eso son los sobornos multimillonarios depositados en bancos del extranjero. Así ha sido siempre.
Desenmascaradas y cínicas, el día de hoy,  petroleras y haliburtons enquistadas ya en el cuerpo de PEMEX, se mueven sin el menor pudor por todo el escenario nacional con su ejército de mercenarios gestores, alfiles y lobistas  (de lobo, no de lobby).
La propaganda canalla en favor de la privatización que se mira venir se ha diseñado científicamente por despachos especialistas. El objetivo es que el pueblo acepte la engañifa después de oír y ver mil veces en la televisión los rollos de los López Dórigas, Ciros, y Michas y demás congéneres. Se podrí afirmar que pretenden que después de escuchar y volver a escuchar millones de spots de radio, la mayoría de nuestra población, zombificada, se pronuncie en pro de privatizar y hasta se eche a la calle gritando alegremente:
  --¡Muera PEMEX, viva SHELL, viva CHEVRON!
No hay más que recordar la feroz y costosa campaña del “tesorito de aguas profundas" que nos recetó Felipe Calderón en el año 2008. Un numeroso sector de la población se tragó entero el anzuelo del espurio y su banda e hizo el papelón en tertulias y cafés, guiada por los mismos intelectuales y expertos a sueldo que tenemos en las pantallas a toda hora.
El día de mañana pues, un populacho feliz e ilusionado con su tarjeta Soriana en el bolsillo o como le llamen el nuevo truco, será incluso capaz de organizarse espontáneamente para tirar al suelo las estatuas de Cárdenas y quemar los retratos de Juárez en las oficinas públicas. La santa iglesia católica cooperará encantada en el proyecto.
Y los panistas?...pues nada, ellos apoyan a su correligionario de Los Pinos. Los circunspectos ciudadanos de la panadería blanquiazul no representan problema alguno, todo lo contrario; no habrá tos. Ellos no tienen ideología.
Mejor dicho, su única noción ideológica es la de vender lo que sea, cuanto antes mejor, y obtener las mayores ganancias como sea. Los panistas son como clones de Santana, quien durante la invasión gringa de 1847 vendía a trasmano y en exclusiva al enemigo la pastura para la caballada del ejército de Taylor.
El anhelo más acabado de los fans de Calderón y Diego Cebollas y Mochepina sería el vender un día no muy lejano el Palacio Nacional para poner allí un Mac Donalds.
Dice “El Orejano”, filósofo del barrio especializado en observar el comportamiento cívico de la clase media y la naco-burguesía mexicanas, que en lo más profundo de la psicología de un panista se encuentra una especie de rencor infantil patológico -nunca resuelto- por haber reprobado la materia Historia de México en quinto de primaria, cuando tuvo que ir su mamá a sobornar a la directora para que pudiera pasar año. 
Cartón de El Fisgón.

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