lunes, julio 29, 2013

Imágenes morivacionales...
El Licenciado.

Eran otros tiempos. Los caballeros de corbata no ponían demasiados reparos en alternar con personal menos favorecido por la diosa Fortuna cuando se encontraban disfrutando de la mexicana alegría. Y mucho menos cuando se trataba de ir andando a algún almacén de caldos y aguas locas para reabastecerse y continuar la refriega en los fragorosos campos de Baco y Mayahuel.
En esta bella instantánea del genial Tomás Montero se aprecia a un conocido abogado originario de la ciudad de Saltillo cuando en una parranda en la capital del país salía de una piquera-expendio de elíxires etílicos localizada en el centro histórico.
Se conoce que el lugar era bastante democrático a juzgar por las vestimentas de los parroquianos: En primer plano, El Charifas, mecapalero (cargador) de antigua prosapia cantinera; al fondo, un albañil en pantalones de pechera, un tinterillo con su habitual expediente bajo el brazo, y detrás del mostrador, el dependiente de "El Puerto de Cádiz" que debió ser el nombre del establecimiento. Nuestro personaje, a la derecha, lleva el preciado pomo envuelto en papel periódico bien oculto en el bolsillo trasero; está a punto de salir a la calle a caminar haciendo eses y cabriolas para beneplácito del público transeúnte, eso sí, con el nudo de su corbata en su sitio.
Dice nuestro especialista en artes plásticas y bohemias El Orejano que a tan lograda composición fotográfica solo le hace falta un perro husmeando en el ángulo inferior derecho.
La casa no pone trabas ni obstáculos -faltaba más- a quien especule sobre la identidad del licenciado  borrachín.
Por el contrario, alienta a parroquianos y visitantes saltillenses de edad madura para que identifiquen al conocidísimo sujeto, célebre profesionista, socio del Casino, y miembro de la mejor sociedad de allá, a mediados del pasado siglo.
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Gracias al Archivo Tomás Montero.

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