domingo, noviembre 24, 2013

Pulquerías antiguas de la ciudad de México...Homenaje a Guillermo Tovar de Teresa.  
La diosa Euterpe.
Atención a la hornacina y a la fuente barrocas que, prácticamente intactas, lucía el edificio a principios del siglo XX.
Debió haber sido casa de algún personaje importante de la vieja ciudad colonial, varias generaciones antes de albergar... un expendio de neutles.
  --¿Cual era el santo a cuya invocación se había construído y consagrado la casa?
  --¿Que historias quedaron impregnadas en sus muros antes de que fuesen profanadas por los gritos, las imprecaciones y los eructos y las babas de la fina clientela de la pulquería?
  --¿Cuantos años estuvo allí la tal Euterpe?
  --¿Quien lo sabe ahora, quien podrá contarnos algo de este soberbio ejemplo de sincretismo cultural de nuestro pasado?
Ya no está Guillermo Tovar de Teresa entre nosotros. Murió repentinamente a causa de absurdo accidente doméstico hace unas semanas, llevándose consigo un inconmensurable cuanto intangible menaje, el de la historia colonial (y las historias) de la ciudad de los palacios. Él nos hubiera ilustrado al respecto con largueza y no pocas expresiones del más fino humor.
La casa lamenta la temprana partida de este sabio y admirado hombre que dedicó gozosamente sus cincuenta y siete años de vida a la investigación y estudio del tema de la Tenochtitlan virreinal y que, aunque dejó mucha tinta en el tintero, nos regaló con varias docenas de preciosos libros.
Era Guillermo además una rara avis en materia ideológica; experto de excelencia en arte sacro mexicano, y a la vez solvente, documentadísimo defensor del estado laico.
La cantaleta de los habitués de La Virud se repite como admonición machacona y despiadada de los tiempos canallas que vive México:
  --Son tan pocos los buenos...y se marchan cuando más falta nos hacen.

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