Nota roja:
Penoso desaguisado en La Virtud.
Desde su fundación, esta casa de placer mantiene buenas relaciones con el clero. En consideración al aprecio que sentimos por algunos curas, altos jerarcas y uno que otro legionario, hemos abierto un rinconcito discreto para atenderlos con esmero y privacidad, al que le hemos llamado “Reservado del Sr. Obispo”.
Hasta le hemos colocado un pequeño rótulo, no tanto para hacer alarde, sino para que ciertos parroquianos panistas abusones y gandallas se abstengan de hacer uso indiscriminado del sitio.
No entienden esos mentecatos blanquiazules que el objetivo del reservado es atender allí a eclesiásticos de altos vuelos, no a mochos ordinarios de barrio.
(Por cierto, estamos en espera de la respuesta de Su Santidad a la invitación que le formulamos por conducto de nuestra legación en Roma, para que, en su próxima visita a México, nos honre con su presencia y se tome unos pulques gratis)
Pues resulta que hace unos días se presentaron dos sujetos de edad madura, ataviados con finas sotanas y con acento de la ciudad de México. Exigieron al Pelucas que les abriera el Reservado del Obispo.
Manso como es y obediente nuestro pulque-servidor, accedió sin más a franquearles el paso al exclusivo sitio, aconejado por la manera de dar las órdenes y obsequioso con la evidente alta jerarquía de los visitantes.
--"Luego luego se veía que eran ensotanados chingones, y se podía oler que ya venían con algunos ponches encima", comentó el Pelucas después.
Los perfumados eclesiásticos comenzaron a libar de los curados del día y luego le entraron al blanco, al puro neutle del bueno, del que consumieron algo mas de dos cubetas; también pidieron garnachas surtidas y La Lupe les sirvió varias órdenes en su mesa.
Después exigieron que les llevaran la sinfonola, pero, al no poder moverse ésta de su lugar, se les permitió el uso del I-pod para su mayor comodidad.
Hasta ahí todo iba bien, según refiere nuestro empleado.
El problema comenzó cuando llegaron dos damitas de dudosa reputación y entraron sigilosamente al reservado, sin decir siquiera las buenas tardes.
Escasos veinte minutos después, comenzó el jaleo en su interior. Se escuchaban risas, obscenidades y carcajadas, gritos y pisadas de gente que corría y chillaba; algunas jarras se rompieron y el estruendo del espejo al hacerse añicos fue de antología. Un zapato salió volando hasta la barra,... aquello era ya insoportable.
Curro Copetes, que para esas horas había tomado el turno, se atrevió a entrar y a pedirles cordura, so pena de llamar a la Chota si no detenían el desorden inmediatamente, pero uno de ellos le dijo de modo insolente:
--Qué te crees, “#$$%¨* ?...qué no sabes quienes somos, pinche pulquero tlaxcalteca?
--Perdone, Padre, pero...
--Perdón ni madres, “#$%%&/, aquí y en todas partes se respeta a los colaboradores de tu padre Onésimo!...y además, por si no lo sabes, gwey, somos corredores de blosa, sí, de la BMV, qué no sabes que es eso?... “#$%&a;≈.
--Cuádrate y obedece!
Entonces fue cuando por coincidencia llegaron los chicos de la prensa, quienes, como de costumbre pasaban al salón a refrescarse el gurguñate, sin saber lo que allí sucedía.
En el momento en que comenzaron los flashazos, terminó de súbito el desaguisado: los curitas pendencieros y las mariposillas salieron volando y ni la cuenta pagaron.
Uno de los reporteros gráficos, amigo de Copetes y de muchos clientes de La Virtud fue quien tomó la foto de arriba, cuando los rufianes se ponían de prisa los zapatos.
El paparazzo nos pide que por favor lo mantengamos en el anonimato.
1 comentario:
Eminencia:
¿Ya ve lo que le pasa por andar teniendo "reservados" para "personal de dudosa reputación", que en cuanto se refinan dos o tres cacarizas, se arremangan la sotana?
¿Y siquiera los sacaron en las "sociales de los pobres" o séase la nota roja?
Que el 2010 le siga manteniendo la voluntad de publicar estas "historias de la realidad humana..."
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