martes, mayo 18, 2010


Boletín de la casa.

Con respecto a la reciente desaparición y búsqueda del C. Diego Fernández Cevallos (a) el Jefe Diego, La Ardilla, El Mata-Papas, La Rata y otros alias, la Dirección de Comunicación Social de esta casa de pulques y sortilegios virtuales, hace saber que:
1.-El susodicho individuo no es parroquiano de este establecimiento y jamás hemos tenido el bochorno de atenderlo.
2.-En dado caso que algún día este sujeto se hubiese acercado a nuestra barra o hubiese solicitado servicio en nuestras mesas o en nuestras barricas de inmersión, la administración se hubiera visto en la penosa necesidad de negárselo.
Si la clientela presente lo solicitase por aclamación, y en atención a sus dotes de orador cotorro, se le hubiese permitido, a lo sumo, pasar y contar algún chistorete o anécdota de sus correrías en el bajo mundo político o en el hampa empresarial mexicana.
Esto, a condición de que pagara primero y en riguroso efectivo su ración de tlachicotón y al terminar, abandonase el salón inmediatamente, so pena de llamar a las autoridades o a los elementos de salubridad municipal, para hacerlo salir del recinto a la mayor brevedad.
3.-En el supuesto del punto 2, el H. Consejo de Administración de “La Virtud” se abocaría de inmediato a realizar urgentemente un corte de caja e inventario de bienes muebles, así como una desinfección integral de las instalaciones con creolina sin rebajar y se aplicaría enseguida raticida del más potente en todos los rincones.
Como lo dictan la normatividad vigente, la cortesía mínima del ramo pulquero y los derechos humanos, se le hubiera permitido el acceso a los servicios sanitarios por única ocasión y en caso de urgencia extrema.
Asimismo, y siguiendo la tradición en este tipo de desgracias, se mandaría llamar a un cura para que echase agua bendita por doquier (exceptuando el contenido de las barricas) y posteriormente a un exorcista local o de Petacas, Nuevo León, para llevar a cabo lo conducente.
4.-Se comunica lo anterior, mirando con el debido respeto a la dignidad de la persona, pero haciendo una atrevida señal ferrocarrilera a la figura pública y a la perniciosa historia del interfecto en la vida política y económica de México.
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Imprimátur presto et vade retro Satán.

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