domingo, julio 18, 2010

La nueva estatua de Flores Tapia en Saltillo.

En tiempos de bárbaras naciones...
Ayer sábado, al filo del mediodía, cuando el salón de actos de La Virtud se encontraba pletórico de personajes y parroquianos de los llamados asiduos, cayeron de repente un grupo de profes, esmirriados y de aspecto sindical, provenientes de Saltillo; venían acompañados por Elías El Morrongo, popular líder sindical cucaracho y mesero de ocasión en una cervecería de aquella hermosa ciudad, y se instalaron en una mesa contigua a la barrica mayor.
Comentaban en voz baja que la misión que los trajo a tierras laguneras no había sido del todo exitosa, que más bien había resultado decepcionante, porque los camaradas del sindicato de Torreón les hicieron el feo y los mandaron a la goma cuando descubieron que el verdadero propósito de su visita “de promoción” era el de recaudar fondos para levantarle estatuas al folclórico y en su tiempo famoso en todo el país por su escandalosa corrupción, el gobernador Oscar Flores Tapia.
Intentaban organizar una serie de pláticas dirigidas a las ”bases” para recordarles la gloriosa biografía del ya difunto colega, como parte inicial de una campaña para enaltecer su memoria y "hacerle justicia al mejor gobernador que ha tenido Coahuila”.
Mediante una colecta popular, de a Wilson, el profesorado coahuilense aportaría su granito de arena al soñado proyecto de las clases dirigentes, de levantarle al prócer un colosal monumento de cuerpo entero en todas y cada una de las escuelas de los 38 municipios del estado.
La estatua, según instrucciones superiores, dijeron, debería ser copia fiel de la que fue colocada en Saltillo el pasado mes de junio, al lado de uno de los puentes construidos por el gobernador actual (al lado, no colgando debajo de las vigas. Nota de la R.)
Para el efecto se llevó a cabo una pomposa ceremonia en la que estuvo presente la crema y nata de los políticos y potentados de la capital del estado, y se pronunciaron discursos desbordantes de miel e inciensos orientales. Los oradores no se midieron en ditirambos y loas al desaparecido sujeto, entre los que brilló con luz propia lo expresado sin pudor por un personaje de la picaresca política estatal del siglo pasado, ex-alcalde apodado por cierto "La Rata del Desierto", quien se aventó la puntada de asegurar, en su turno al micrófono, que Flores Tapia "vivió pobre y murió pobre".
Tan sabrosas como nuestras botanas de sopes y memelas, fueron las notas publicadas por la prensa cherry de Saltillo, con motivo de la inauguración de la estatua del adorado ex-gobernador. El arcipreste Catón, nuevo santo patrono de la ciudad, escribió -cual Débora Kerr, comme il faut- en su columna, un chorizo laudatorio digno de las medidas cósmicas del homenajeado.
Para deleite de nuestros visitantes virtuales, pinchando aquí se puede disfrutar de uno de estos embutidos regionales, escogido al azar (y que hubiera hecho las delicias de Monsiváis en su llorada "Por mi madre, bohemios").
No se lo pierda, está, deveras, para chuparse los dedos.
Siguiendo con la reseña, minutos más tarde hizo su aparición en el umbral de La Virtud el honorable vate Froilán, nativo de San Garabato y señor de bancas adentro en este portal. Se presentó como siempre, ataviado con un sombrero de copa y descoloridos harapos que fueron elegante abrigo en mejores tiempos; caminaba seguido de un puñado de perros del vecindario que navegan con él por todas partes y que, como al personaje de las mariposas amarillas de Macondo, le anteceden, anunciándolo como si fueran heraldos, y luego, al marcharse, le cubren la retirada con disciplina digna de un alto mando castrense.
Nuestro poeta callejero, cual Hemingway en su Floridita, tomó su lugar de siempre en la cabecera de la barra; se echó al coleto sus dos cacarizas de pulque de ajo de rigor, y más tarde, escoltado por sus chuchos, se enfiló hacia el rincón opuesto para saludar a Adrián “El Economista, que se hallaba, sesteando y meditando en el otro extremo del local.
Pero hete aquí que al pasar don Froy por su mesa, El Morrongo y los profes de Saltillo, lo detuvieron y le mostraron la foto que adorna esta entrada.
--Mire, poeta, la nueva estatua de Flores Tapia en Saltillo.
El vate anarquista observó detenidamente la imágen, valiéndose de su célebre monóculo. El tiempo pareció detenerse y cesaron los dicharachos y los brindis en el recinto.
Al terminar, el bardo gritó a todo pulmón un improperio impublicable, y con el rostro enrojecido, se subió a la barra de un salto inusitado para su edad. Los parroquianos, respetuosos y expectantes, hicieron silencio, y el viejo, temblando de ira con la foto en la diestra en alto , declamó, con potente vozarrón de profeta el verso que hiciera famoso a Ugo Foscolo en el siglo XVIII:

En tiempos de bárbaras naciones,
de lo alto de las cruces
colgaban los ladrones.
Más hoy, en el siglo de las luces,
Del pecho de ladrones, cuelgan cruces.

Entonces, como por arte de magia, vibró el aplauso clamoroso y se calentó al instante la parroquia ecuménica y culta de La Virtud.
Al terminar el barullo y los brindis empulquecidos por las glorias eternas del poeta, se escuchó que alguien más quería tomar la palabra y pedía silencio en el salón.
--Silencio, señores, silencio por favor...
Un versificador populachero del rumbo apodado El Orejano se puso de pié y se trepó a una barrica; carraspeando primero con voz aguardentosa, rompió los céfiros de la estancia, para ese momento ya enfervorecida y expectante, y dijo:

En ridícula estatua, Flores Tapia,
saqueador cavernario del estado,
protector de ladrones afamado,
que murió, según dicen, en la inopia,
ha quedado por siempre retratado.

Entonces, el vate Froilán, desafiante, retador, y todavía dueño de la escena, sin bajarse de la barra, hizo un ademán teatral e interrumpió de mala manera al recitante, espetándole, sin darle tiempo de recibir el aplauso de la concurrencia:
--No, no, mi buen Orejas, no; así no;...se requiere más tatacha, mas calicatencia, más lira, más piquete. Esto que habéis declamado se asemeja más bien un poema patriótico, a una de esas ramplonerías que componen aquí los profes de la capital; de modo que, no te hagas pato, échale, ándale!...
Ante tal arenga del venerable don Froy, el pobre de Orejano se quedó un instante pensativo y después reviró, tratando de sacarse la espina:
--Ái les va pues, esta silva sorjuanesca:

En tiempos alcahuetes de ladrones,
debajo de los puentes,
y en cívicos rincones,
broncíneos monumentos indecentes
endiosan fanfarrones,
domésticos políticos hampones
que, un grupo de pudientes
saltillenses nalgones,
quieren, los muy cabrones,
que Coahuila y sus gentes,
hoy escasa en gritones,
(y en valientes)
tengan por héroes, no por delincuentes.
....................................................................... Soooopas, perico!
Foto: Agencia Infonor

2 comentarios:

Xavier González Fisher dijo...

Al que no se le manchó el plumaje de azul añil en cierto asunto en Parras...

Anónimo dijo...

...ni de Cd. Acuña, Arteaga, Gral. Cepeda, Monclova, Ocampo, Músquiz, Cuatro Cienegas, San Pedro, etc, etc, etc.
De Saltillo, ni hablar: allí lo adoran porque hizo muchas obras en la ciudad.
A los habitantes de la capital del estado les importa un comino el resto de los municipios y lo que hizo o no hizo este vergonzante político, autócrata, cínico y ladrón.