martes, septiembre 28, 2010


Espíritu de rebotica, espíritu de virtud.

Nos acompaña, otra vez, la obra del pintor andaluz José Jiménez Aranda, un artista social que, hace ya doscientos años, retrató genialmente, más que pintó, a la sociedad de la madre patria de aquella época.
Su espíritu está fresco aún, más fresco que una lechuga o que una nalga de Shakira en un concierto al aire libre.
Pudiéramos decir también, claro, claro, con la venia de don Pepe, que su famoso cuadro, llamado “La rebotica” nos resulta una formidable fuente inspiracional.
Gozosas tertulias y sabrosos coloquios como ése, animan hoy y recrean el espíritu multicolor que, adicionado con sabores, olores, ideas, gritos, sombrerazos, pontificaciones, letanías, tompetillas,  y carcajadas, se escenifica virtualmente entre las barricas de pulque –también fresquísimas- de este antro poético de musas, faunos, pintores, obispos y licenciados mexicanos de barrio.
Que la comparación, atrevida, farandulesca, pretenciosilla y todo, sea para bien, y que Jiménez Aranda nos sonría y nos haga un guiño desde el otro mundo.
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Pinche por favor en la imagen para disfrutar de los detalles y escuche la silenciosa y traviesa voz del pintor, relatándonos las historias que encierra el cuadro.

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