lunes, octubre 18, 2010

Cuicos y transeúntes.
 Aunque usted no lo crea, lo que pretende reflejar el artista callejero que se aventó la puntada de pintar a este guardia real meón en una pared londinense, y contra lo que pudiera pensarse, nunca de los nuncas sucede a las puertas de La Virtud.
Es que desde hace tiempo contamos con un ingenioso sistema preventivo y correctivo para evitar tan penosas situaciones. Y no tanto por las travesuras de parroquianos malcriados, que los hay, sino por las malas costumbres de ciertos gendarmes mosquientos o de transeúntes ultra-re-que-te-urgidos, que también pasan a veces por acá.
Que, cómo lo evitamos? Pues resulta que el poeta Froilán, uno de nuestros personajes más entrañables nos ha comisionado en comodato al "Pelochas", uno de sus canes más veteranos y educados, y lo tenemos de guardia en la entrada del salón: El perro tiene la bendita manía de perseguir meones.
 Nos dijo su amo que, desde que era cachorrito, el Pelochas ya odiaba y perseguía con furia a quienes andaban por ahí, orinando alevosamente en los lugares donde él jugaba y retozaba.
Así es que, si nos visita algún refinado lord londinense y, después de echarse unos curados pretenda mear en la cuneta o en algún sitio inadecuado de nuestro derredor, el perro anti-meones irá sobre él inmediatamente y le morderá en el calcañar, hasta que detenga su regadío.
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Imagen tomada del sitio de tomasosky en flickr

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