lunes, septiembre 19, 2011



Modelo en fase de barbarie...

La Jornada, el diario más importante (y libre) de México llega hoy a sus primeros 27 años de existencia. El día del terremoto del 85 iba a celebrar su primer aniversario pero no tuvieron tiempo entonces ni siquiera de poner la solitaria velita sobre pastel.
Hoy, su editorial, lejos de sensiblerías, regodeos o fanfarrias, nos ofrece un buen  calambre a modo de caramelo en el sitio donde tendrían que ir las veintisiete velitas de rigor.
En unas cuantas líneas, el diario capitalino nos coloca el espejo de la realidad nacional delante de nuestras narices y sin ningún miramiento nos recuerda lo que parece que olvidamos todos los días, mientras soñamos entre nubes, de costa a costa y de frontera a frontera con los chismes de Paty Chapoy, la Selección Nacional, el próximo sorteo Melate, la propaganda del presidente del empleo, o con lo que nos aguarda todos los días en las calles:

“En estas casi tres décadas, en tanto, el país ha experimentado grandes avances, pero también retrocesos aterradores. Como resultado de la aplicación del modelo neoliberal en el país, el crecimiento económico acumulado de 1984 a la fecha se ha traducido en una obscena concentración de la riqueza nacional en unas cuantas manos; el avance tecnológico ha generado mayor dependencia del país respecto del extranjero; las inversiones en infraestructura y desarrollo social han ido acompañadas de más cuantiosos dispendios, desvíos y robos simples; persisten la marginación, la miseria y la discriminación; se ha disparado el desempleo, se ha perdido la autosuficiencia alimentaria y el paradigma económico oficial ha expulsado del país a una quinta parte de la población.

Ese modelo ha llegado, en la más reciente década, a su fase de barbarie: llevados al extremo, el adelgazamiento del Estado, la privatización de todo lo imaginable, la desregulación, el abandono de las mayorías, el darwinismo económico, la libre competencia y la obsesión por la utilidad máxima desembocan en la desintegración institucional, en la pérdida de presencia territorial de la autoridad, en grandes zonas geográficas y demográficas transformadas en caldo de cultivo para la criminalidad y en un aterrador proceso de fusión entre los sectores formales e informales hasta conformar, con los dineros de procedencia ilegal que ingresan a las cuentas oficiales, una economía delincuencial y una institucionalidad infiltrada.

Esa circunstancia, combinada con las tendencias autoritarias, oscurantistas y reaccionarias que hoy ocupan los segmentos principales del poder político, ha llevado a una trágica y exasperante pérdida de los avances que se habían logrado en materia de derechos humanos y políticos y libertades y garantías individuales, en tanto el robustecimiento democrático que podía percibirse hace once años se ha convertido en un déficit de legitimidad y de representatividad”.
Salud!
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La Jornada, 19 de septiembre de 2011.
Foto: La banda de música de la División del Norte, 1914. Casasola?

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