miércoles, octubre 05, 2011


Herr Inspektor.

La ciudad está llena de personajes extraños. Por aquí desfilan muchos de ellos todos los días y es natural, dada la naturaleza ecuménica de nuestro giro expresada sin ambages en la carátula del antro, y la fama que La Virtud ha alcanzado de costa a costa y de frontera a frontera, llegando también hasta Tecoscana, Coahuila, y Gatos Gueros, Nuevo León.
Ayer por la tarde se presentó en el salón este correcto caballero, súbdito del Káiser Guillermo no-sé-cuántos de Prusia, según nos dijo en buen español, y extrajo parsimoniosamente de su faltriquera una ajada credencial que lo acredita como inspector de pulques.
Enfatizó que el documento le permite ejercer su alto encargo en los países europeos y cuenta además con jurisdicción ampliada “a los sub-reinos de la América Tropical, el Caribe y las Antípodas Aleutianas” (zu sub-Königreiche tropischen Amerika, der Karibik und den Aleuten Antipodes).
Con finas maneras mostró asimismo un pequeño tarro de cristal de Bohemia que lleva colgado de una correa y le sirve para probar los caldos.
  --No, pos sí, mi buen, le dijo Curro Copetes, diligente bar-man de la casa y entendedor cabal del espíritu humano, mientras le servía una jarra espumosa de neutle de los llanos.
  --Pásele, maestro, acomódese donde guste, le dijo, al tiempo que limpiaba con un trapo la superficie de la barra y mandaba presto a el Pelucas a sintonizar un podcast con marchas alemanas y polkas del novecientos para complacer al fino visitante.
  --Horita le mandamos traer a nuestros estimados parroquianos don Juan Agustín Calderón y el poeta Froilán para que le hagan digna compañía y le den conversación de su categoría, en el idioma de Goethe.

  --A ver, Lupe, sírvele unos tlacoyos bien picosos aquí a Herr. Doktor...

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Gracias a Lucky Bat Poet, de flickr, por la imágen.

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