martes, noviembre 01, 2011


Un “indignado” en Coahuila...
La moral de Moreira...

Dice Julio Hernández López en su Astillero de hoy que el profesor Humberto Moreira, jefe máximo del PRI y aun gobernador de Coahuila (con licencia) es el primer alto priísta en sumarse al movimiento de los indignados.
Sí señor, así como usted lo lee: el hombre se encuentra  i-n-d-i-g-n-a-d-o.
  --A ver, a ver, cómo está eso, no se puede creer...cómo es posible?...hay indignados en Coahuila?.. deveras, deveras, indignados allí?
Resulta que ayer, el demagogo Humberto, hermano carnal de Rubén, otro Moreira que tomará posesión como gobernador de la misma entidad dentro de un mes, compareció en una rueda de prensa en el PRI del DF, diciendo nada menos que “el ofendido es él” a causa del escándalo que lo ha dejado con las vergüenzas al aire, al hacerse pública la enorme estafa con que dejó a los coahuilenses endeudados con más de tres mil millones de dólares por treinta años, antes de encumbrarse en el puesto que hoy calienta.
Sí, señor, así rebuznó el político haciéndose el “ofendido”. Escenificó la pantomima con el mayor desparpajo, como todo un profesional, frente a las cámaras de televisión y ante el asombro de un enjambre de reporteros que no sabían si estaba haciendo sus habituales chistoretes o hablando en serio:
  --El ofendido soy yo! repitió, poniendo cara de circunstancia.
Dijo además (suponemos que entre gemidos y moqueos) que todo era parte de una campaña de linchamiento político en contra de su muy digna persona y que no tenía la menor intención de renunciar a su cargo.
Al escuchar esto último de quien nos trajo una versión directa de lo ocurrido, los parroquianos que chupaban su pulque ayer en el salón de La Virtud, en especial el grupo de profes saltillenses que liderea "El Morrongo" se conmovieron hasta las lágrimas. Alguno de ellos hasta sufrió un vahído y hubo que utilizar el embudo para administrarle unos farolazos de sotol arreglado y conseguir que se reanimara.
La queja dolorosa del gobernador de la gente, expresada por boca propia provocó un silencio sombrío entre toda la grey que remojaba el gurguñate plácidamente con los néctares divinos de Mayahuel que aquí se sirven. Los perros que acompañan al poeta Froilán, animalitos más sensibles y humanos que su dueño, escondieron la cola entre las piernas y se refugiaron gemebundos bajo las barricas del rincón mientras el viejo rumiaba incoherencias en la barra, maldiciendo a señas a la quincuagésima octava legislatura del Congreso del Estado Libre y Soberano de Coahuila de Zaragoza, por ser los amanuenses del indignado que le sujetaron la pata a la vaca.
El silencio reinante en la pulcata era de los que parten el alma y hacen llorar a las guitarras cantineras. La conmoción era honda, el tiempo parecía detenerse acongojado por la lamentación de Moreira.
Luego de algunos minutos de pasmo y estremecimiento del personal, se recobraron los ánimos y continuó el trasiego de neutle, pero se escuchaban palabras entrecortadas y suspiros llenos de ternura y piedad:
  --Pobrecillo, pobre político.
  --Pobre hombre, ofendido y linchado.
  --Pobre, pobrecillo.
  “¿Cómo es posible que malos funcionarios menores del gobierno que él mantenía bajo su control con mano de hierro (...) lo hubieran podido engañar, dándole dinero a manos llenas para gastar como mandatario que, ante la súbita abundancia, tal vez creía que lo era no de Coahuila sino de Dubai?”
  --Hace bien el buen hombre en exigir que sigan investigando y castigando a esos malos funcionarios menores que endeudaron con engañifas documentadas a su querido estado. Qué subordinados tan malvados, haberlos engañado a él y a su carnal.
   --Seguramente se hará justicia porque los que van a investigar el pavoroso caso son gente de la mayor confianza: comenzando con el actual procurador, que es el mismo que tenía el indignado cuando gobernaba. Y lo mismo el Congreso Local, su congreso. La pura confianza coahuilense; todo en familia pues, para garantizar que se castigue al o a los responsables.
Porque él, Humberto Moreira, ciudadano virtuoso, humilde, prudente a carta cabal, se mira a leguas que no tuvo nada qué ver con la contratación de la escalofriante deuda ni con el dispendio (el dispendio de la gente), ni con la depredación devastadora y clamorosa que “dicen” hubo en su mandato.
  --En todo caso, al contrario: él es el ofendido...verdáááaa?
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El párrafo entrecomillado es de Julio Hernández López, Astillero, La Jornada, 1.nov.11.

2 comentarios:

Xavier González Fisher dijo...

No sé por qué Eminencia, pero deduzco que "la moral" de Moreira, es, como decía cierto "Alazán Tostado", UN ÁRBOL QUE DA MORAS... ¿Qué opina?

Armando Moncada dijo...

Exactamente, Maese, por eso utilicé la paráfrasis; en recuerdo de aquella otra alhaja de la política mexicana.
Ya no hay moral...puras moras y Moreiras. Jo...