sábado, septiembre 22, 2012

La bisabuela Enriqueta.
El retrato circula desde hace algunas semanas entre los políticos priístas más importantes de México. Todos quieren tener una copia y cuando la consiguen se apresuran a ponerla en un elegante marco dorado y la colocan con estudiado disimulo en su despacho, sobre una credenza, al lado del escritorio.
Desean lucirla allí, junto a las fotos que se hicieron en su momento abrazados con Salinas de Gortari e hincados frente el Papa, respectivamente.
  --Es que, mire usted; dicen que el licenciado se fija mucho en esos detalles y cualquier día -uno nunca sabe- puede hacernos una visita.
Hablan en voz baja, en tono confidencial, tomando el portaretrato amorosamente. Nos lo muestran mirándolo con ternura.
Luego le echan un soplo de vaho y le pasan la manga del saco sobre el cristal, antes de volverla a su lugar.

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