viernes, abril 12, 2013

El seis p´al ocho.

Por fin llegó la Tatcher al infierno. Se había tardado la vieja. Fue recibida con beneplácito por todo el personal. El demonio mayor comisionó a Pinochet para darle la bienvenida al sitio donde permanecerá por los siglos de los siglos, amén.
Acá en la tierra, un grupo de rendidos admiradores de ambos (que ni decir que abundan, por lo menos en este rinconcito guajiro a donde no llega el Financial Times) les rinden el mejor y más merecido de los homenajes:
Con piadosa devoción y ternura, los pulqueros de La Virtud colocan esta fotografía en el lugar de honor del vomitoruim, o sea en la parte baja, al ladito del resumidero donde convergen espumosas y cantarinas las aguas de nuestro mingitorium.
Estos dos personajes que en vida fueron poderosísimos y que ahora no son más que difuntos ordinarios, recibirán las húmedas bendiciones de los vivos, todos los días del año.
Así, en los aromáticos humedales del caño de una pulquería, tanto los bigotillos del simio, como el peinado de la ruca, jamás perderán su habitual lozanía.

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