Hilarante evento en Coahuila...
El señor gobernador lo invitó.
A fines del pasado mes de mayo, Su Excelencia, el Jefe del
Estado (otrora libre y soberano) de Coahuila, Moreira II, mandó a sus
achichincles a arrear a los arreables ganaderos del rumbo y en un escenario de
los que acostumbra montar, los puso frente a conocido merolico del Bajío que
llegó hasta la ciudad de Sabinas para ofrecerles sus mercaderías de ocasión.
“Aquí en Coahuila hay una ganadería de primera, ganaderos de
primera y un Gobierno de primera”, comenzó rebuznando el sujeto para interesar
a los acarreados, convenientemente disfrazado de vaquero y sintiéndose en confianza.
“Vengo invitado por el señor Gobernador y acompañándolo con
mucho gusto, una amistad que hemos construido de tiempo atrás”.
Varios de los
presentes recordaron entonces que el falso cowboy fue profesor de Moreira cuando
este era candidato, en un curso que tomó sobre Buen Gobierno o algo por el estilo, allá en el bonito y
prestigiado Centro Fox, propiedad del ensombrerado.
Al término de las cortesías y mutuas alabanzas en las que no
se midieron ambos personajes, el anfitrión presentó a los ganaderos acarreados
la posibilidad de mejorar la genética de sus hatos a través de la empresa Smart
Genetics que encabeza el tal merolico, por cierto, ex presidente de México, y que
dice que trabaja con animales de la raza japonesa conocida como Akaushi.
Después del show, según reza un pasquín regional, el ex
primer marido de la nación y el prócer de Saltillo comieron juntos, donde compartieron “ideas para
fortalecer la industria estatal”.
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Uno de los ganaderos de Sabinas que asistieron al curioso
evento nos ha referido los pormenores de la presentación del merolico
guanajuatense. De paso ayer en esta ciudad a donde vino a hacer unas compras y a visitar bebederos de postín, llegó a La Virtud acompañado
por su primo El Menudo, ilustre parroquiano nativo también de aquellas tierras.
Nuestro visitante, dicharachero y juguetón como es la gente
del norte coahuilense, jícara en mano nos ha hecho pasar unos momentos de
hilaridad verdaderamente supremos.
Las carcajadas y los aullidos de quienes se encontraban en el salón oyendo el divertidísimo relato se podían escuchar hasta la plaza y hasta la nevería de Don Cuco.
Las carcajadas y los aullidos de quienes se encontraban en el salón oyendo el divertidísimo relato se podían escuchar hasta la plaza y hasta la nevería de Don Cuco.
--Por principio de
cuentas –nos dice el ganadero, cerrando un ojo y con una sonrisa traviesa-, a ninguno de
los que fuimos a la dichosa reunión nos interesaba una chingada lo que viniera a
vendernos ese gwey; lo que queríamos era pasar un rato divertido y gorrearle al
Moreira las cervezas y la comida...y a hacerle la barba, que ya ven ustedes que
se nos dificulta mucho.
--¿O qué? ...¿ustedes
se hubieran tomado en serio lo que un tipo como Fox viniera a ofrecerles?
--Sí, chucha, cómo
no...ja-ja-ja...¡sementales japoneses p´al desierto!
--Pos yo, si me
permiten -dijo la Lupe mientras nos servía un plato de enchiladas-, yo no le
compraría ni una escoba a ese rufián.
--Todavía fuera yerbita
verde...digo, p´al ganado, no sean malpensados -remató un desconocido que asomó
la cabeza al salón desde la calle.
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