Felíz, como artista después del show. Y todavía se atrevió a burlarse de los mexicanos diciiendo que con su reforma... bajará el precio de la luz y del gas. |
“Que la
nación me lo demande”.
PUES YO SE
LO DEMANDO, SEÑOR PEÑA.
Sin
embargo, en tan corto tiempo, parece que usted se niega a cumplir con su deber
como primer mandatario. La ley hace obligación suprema del jefe del estado en
primer lugar, el acatarla cabalmente con la mayor pulcritud y transparencia,
esto es, sin cortapisas ni simulaciones o engaños retóricos.
El espíritu
de la carta magna es muy claro. Tiene genuinas y sobradas justificaciones
porque es fruto de las múltiples luchas de nuestros ancestros contra abusos de
propios y extraños; es reflejo de la historia y es previsión para el futuro.
La constitución
es la voz de la voluntad del pueblo mexicano; no miente ni puede dejar de ser
nuestra máxima guía cívica y política.
Usted ha
dicho que ha leído algo de nuestra historia.
Habrá leído
usted la constitución, Sr. Peña?
Sus
artículos 27 y 28 son claros y precisos: la explotación de los hidrocarburos es
exclusiva de la nación y eso no es ningún capricho o ningún dogma anacrónico,
como ha sido expresado en forma obsesiva por sus colaboradores.
Quebrantar
este principio es privatizar; y permitir la inversión externa es eso,
precisamente, privatizar.
Hasta el
ciudadano menos informado sabe que la historia de las privatizaciones en este
país -y en otros- es sencillamente devastadora.
La crisis
que vivimos tiene su origen en la irresponsable y frenética privatización de la
banca, los ferrocarriles, otras empresas del estado, etc., que transfirieron
masivamente recursos del estado a manos privadas sin otros argumentos que los propios
de la corrupción y el dogma neoliberal de moda.
No
necesitamos para nada inversión externa con el pretexto de “compartir ganancias”.
Necesitamos recursos financieros, pero únicamente como un insumo más para darle
valor agregado a la riqueza natural de la nación y aplicar las utilidades en
gastos e inversiones prioritarias para el desarrollo.
Eso lo podemos
hacer sin socios; para ello existe el financiamiento; nuestra capacidad de pago
es envidiable; tenemos recursos energéticos probados y las reservas de divisas
son las más elevadas de la historia.
Pemex es
una empresa altamente rentable que su gobierno, al igual que los de los últimos
treinta años, administra muy mal y pregona su ineficiencia como torpe argucia
para alentar su privatización. Además, permite y alienta en ella y en su
sindicato una corrupción escandalosa que cualquier reforma que se precie
tendría que suprimir en primer lugar con decisión y firmeza.
Señor Peña
Nieto:
Usted
muestra que no solo no cumple con nuestra carta magna, sino que se empeña en
torcer su letra y su espíritu para disponer de los recursos de la nación en
favor del lucro de unos cuantos y para servir a intereses extranjeros.
Lo que
usted propone va en detrimento de la renta nacional porque al compartir con
socios la riqueza del petróleo, el estado mexicano abre un déficit en sus
ingresos que solo será subsanado con aumento en los impuestos que habrán de
pagar los sectores menos favorecidos.
Su gobierno
sigue, eso sí, renuente a que la banca (privatizada en su tiempo con engaños igualmente
clamorosos y bien documentados), la especulación financiera bursátil y los
grandes consorcios paguen los impuestos que les corresponden.
Si la recaudación
federal de impuestos es insuficiente, porqué Hacienda dispone de los ingresos
brutos y las utilidades de Pemex, en lugar de suprimir los privilegios fiscales
de que gozan los mega empresarios y se les cobra lo que deben pagar? Este es
uno de los aspectos de fondo del asunto.
Señor Peña:
su propuesta de reforma energética es en esencia peligrosa y lesiva para el
bienestar de la nación mexicana y altamente beneficiosa para unas pocas
empresas, sobre todo extranjeras. Las utilidades que obtendrán estas serán los
nuevos impuestos que a los mexicanos impondrá su gobierno.
México no
tiene porqué “compartir ganancias” con nadie. Mucho menos en un entorno
geopolítico internacional en que todos los estados productores de hidrocarburos
están hoy revirtiendo con firmeza privatizaciones anteriores y recuperando
soberanía sobre sus recursos naturales no renovables por razones estratégicas
elementales.
Al proponer
modificar los artículos 27 y 28 de nuestra constitución, usted antepone la
“certidumbre jurídica” del capital extranjero a los intereses de México.
Su postura
ética y política frente a la nación y al pueblo que le dio su voto es
sencillamente impresentable e insostenible.
Señor Peña:
su comportamiento como primera autoridad de nuestro México y su propuesta de
privatización energética, en buen castellano significan traicionar a la patria.
¿Mirado
así, no es usted un traidor a la patria en grado de tentativa? ¿Y quienes lo asesoran
y lo manipulan, no son también traidores a la patria?
Mientras la
ciudadanía, ahora inerte y adormilada, se lo demanda, yo lo hago a título personal.
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