jueves, febrero 27, 2014


Adiós a Paco de Lucía.
EL REY HA MUERTO...

 El gran maestro de la guitarra flamenca se ha marchado temprano pero ha dejado una obra inmensa, no tanto por su extensión física, su número de grabaciones, sus clamorosos conciertos, sino por su legado cultural, el aire fresco que aportó y por haberla puesto, con singular empaque y gallardía, en el mapa del mundo.
 Paco de Lucía revitaliza la guitarra flamenca en el último tercio del siglo XX y le imprime bríos insospechados fuera de sus límites geográficos tradicionales. Con sus dedos y pulso prodigioso y su genial compás capta la atención de nuevos públicos allende las fronteras de España y planta su bandera en todos los rincones del planeta.
 El arte flamenco, exquisito y recio caudal de la honda Andalucía que se encontraba trivializado y con severas lesiones a causa de una mixtificación hollywoodense e irresponsable, desbordada con el boom turístico de la península ibérica, brota de pronto de las cuerdas de la sonanta de Paco y se yergue ante la basura y la ordinariez que imperaba y contra la que luchaban otros artistas de la guitarra empeñados en conservar la pureza de la expresión flamenca. Ahí estaban todavía Sabicas, el Niño Ricardo y Diego del Gastor, Parilla de Jerez, Marchena, los Habichuela, Paco Peña, Manuel Morao y muchos viejos maestros.
 Con la irrupción de Paco de Lucía –alumno talentoso que se nutre de la sabia savia de todos ellos- surge también la obra genial y extensísima de Manolo Sanlúcar quién siguió los mismos caminos de aquél y si bien, no es de menos kilates pero menos conocida, allí queda igualmente, haciendo que recordemos, si vale, una anécdota del torero cordobés el califa Guerrita, personaje dicharachero y folclórico al que, cuando le preguntaron quién era el segundo mejor torero del mundo en su época, contestó displicente y jaquetón:
 --Después de mí,... naiden.
 --Y después de naiden, maestro?
 --Después de naiden...Fuentes.
 Para ser justos, el segundo de Lucía en la guitarra no ha sido precisamente Sanlúcar, como lo había sido el fino diestro sevillano Antonio Fuentes del coloso Guerrita en el toreo; han sido varios, muchos los tocaores que merecen ocupar el sitial de honor.
 Después de Paco y de Manolo Sanlúcar aparecieron -y algunos aún irradian su luz maravillosa-, Carrasco, Riqueni, varios más de la dinastía de los Habichuelas, Vicente Amigo y una pléyade generosa y variada de guitarristas flamencos de enorme talento que sería larga de enumerar aquí.

Paco y Tomatito: dos colosos.
Pero de todos ellos, considerando la partida no hace mucho de Eduardo el de la Malena y del entrañable y gitanísimo Moraíto Chico, brilla hoy como un astro sin segundo en el firmamento cupular de la guitarra flamenca el inconmensurable Tomatito (José Fernández Torres, Almería, 1958), ilustre tocaor que fue –valga otra anecdóta- el último que acompañó al cante en sus discos y presentaciones al famoso cantaor Camarón de la Isla, de quien Paco de Lucía había sido el primero, en los inicios de ambos allá por los años setentas, además de su inseparable amigo de toda la vida.
 Honor a quien honor merece. No somos pocos los aficionados veteranos que nos atrevemos a afirmar que es a “Tomate” a quien corresponde ocupar esa codiciada y dignísima silla flamenca. Tal era, ni más ni menos, el trono soberano del Rey de Algeciras que ha muerto hace un par de días en nuestra Playa del Carmen.
  --El Rey ha muerto; viva el Rey.
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 Imágen: óleo de Fabián Pérez. 

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