viernes, agosto 07, 2009



Retablo de Gila el Rojo.

Unos años antes de su viaje sin regreso, Gila era invitado frecuentemente a tomar parte en programas de televisión. Su presencia en ellos era como un milagro que iluminaba el escenario y reducía a otros participantes a meros personajes secundarios, fuese cual fuese el tema tratado.
Porque Miguel era, ante todo, un filosofo. Un sabio de la vida cotidiana, un santo laico que había nutrido su saber infinito y paciente a golpes de destino y se había graduado con honores en la universidad de la vida, antes de hacerse profesional del humorismo. Cuando hablaba, igual frente a un amigo en el café, que en un escenario de teatro o en un plateau de televisión, fuese en serio, o en deliciosa jocundia, el tiempo parecía detenerse para escuchar la poesía sonriente de su decir rotundo y tierno.
En una ocasión, poco después de la muerte del dictador, y participando en un panel sobre asuntos de la actualidad de la transición española, se toco el tema de las opciones ideológicas y la definición política personal. Eran momentos en que las figuras públicas y los personajes de la farándula se guardaban de pronunciarse abiertamente delante de la audiencia, sobre todo los de ideas de izquierda.
Nieves Herrero, una entrevistadora inteligente y bien informada sobre la historia de Gila como combatiente republicano y sobre su posición abiertamente antifranquista, le dirigió a nuestro personaje una pregunta, planteada en forma cuidadosa y pudenda, tratando de no aludir en forma directa a su filiación política:
--Bueno, Miguel, pero es que las personas como tu, que tienen sus propias ideas, digamos…algo diferentes, algo, especiales….
A lo que Gila, poniendo cara de circunstancia y en tono cazurro –aun más que lo usual- le contesto, interrumpiéndole:
--Mira guapa, conmigo no tengas contemplaciones ni cortesías,…yo no soy ni diferente, ni especial, ni nada de lo que tú me dices:
-- Yo soy rojo!...y rojo he sido toda la vida,…igual que este…
Y el gran Gila, dueño total de la escena, le propino un codazo al invitado que se hallaba a su lado. Era un joven y estrafalario cantautor que luchaba por abrirse paso en su profesión y se llamaba Joaquín,… Joaquín Sabina.
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En La Virtud hemos instalado un telefono para uso exclusivo de Miguel, cuando baje a visitarnos. Nadie esta autorizado ni a tocarlo. Solo el.

2 comentarios:

Xavier González Fisher dijo...

Oiga Eminencia: ¿Este retablo está en el sucedáneo de la "Capilla Sixtina" del centro sanitario que regentea o apenas está formando el acervo?

Saludos tanto míos, como de cierto cantaor de estas tierras.

Armando Moncada dijo...

Si, Maestro. Forma parte del retablo mayor, donde tenemos las efigies de nuestros consentidos.
El acervo se amplia sin ningun problema y tenemos espacio de sobra, dada su condicion de suprema virtualidad.
Saludos!