lunes, enero 11, 2010



P’a lo que sirven los libros.
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No, no se trata de una fotografía tomada en algún acogedor rincón de la cabañita de Los Pinos, durante el sexenio anterior (el foxsenio, también llamado el marthato o, más comúnmente foxilandia).
Habría que ser de mente muy cochambrosa para pensar que fue el mismísimo Chente quien, para matar el tiempo entre gira y gira, construyó con sus propias manos la barra: el gran vaquero, un domingo por la mañana, deleitándose, regodeándose en constatar que no eran adobes o ladrillos los que iba colocando poco a poco, sino que eran... libros.
Sí, de esos objetos inútiles que le obsequiaban a diario y con su respectiva dedicatoria almibarada, los lambiscones y los intelectuales orgánicos, deseosos de obtener algun favor real.
   --Aquí...jí-jí..el que me mandó el águila salinera Camín.
   --Acá...já-já...el que me dio el júnior güero de Transa-rencia Mexicana.
   --Este...jé-jé...el del Mesías Tropical, que me dedicó el ganso Kagrausse.
   --De este me enjaretó 500 ejemplares el zar de la Soriana; es la biografía de su apá.
   --Este otro.... este es del aniversario de Vámono$ México.
   --Y este...a ver...ah, este,... uuuy!...es de mi último informe de gobierno, del que me retacharon los malvados idiotas comunistas del congreso.
Tampoco se piense –de ninguna manera, por favor- que la imagen corresponde a una   alegoría venenosilla o a un metafórico y humedecido mensaje subliminal del uso del libro y la cultura en los tiempos que corren intramuros del desprestigiado recinto de Tacubaya.
    --Noooo, qué va, ni lo permitan la madre Conchita o San Felipe de Jesús!
En todo caso, parece mas bien obra de algún abogado postulante, deseoso de dar uso práctico a las versiones debidamente encuadernadas de la documentación procesal de los casos ganados a lo largo de su carrera. Con el único afan, claro, claro, de impresionar a sus colegas, mientras conversan y se toman un trago en un ambiente cómodo e íntimo, sin salir del despacho.
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Foto: grupoencuentros.es

3 comentarios:

Xavier González Fisher dijo...

En efecto Eminencia, para eso le sirvieron los libros al entonces presi-Chente, que por eso invocaba a "Borgues" y al "entrenador Volpe", porque yo creo que no pasó ni de panzazo, el primero de primaria...

Entonces, pues tenía que encontrarle algún uso a esas cosas que parecían... ¡tabiques! y montó un altar de veneración a Baco...

Al menos en eso, tuvo un microscópico destello de lucidez. ¿Sería efecto del Prozac o del agua de las verdes matas?

Saludos

Armando Moncada dijo...

Yo creo que era efecto del prozac, combinado con la única aguita que consumía el merolicazo, que no era precisamente "aguita loca de las verdes magueyeras", sino de una infusión p'al diario que le tenía la "seño" en una tinaja, o séase toloache.
Je-je

Xavier González Fisher dijo...

¿O tecito de panti-media?