Izar banderas caídas.
"Simbólica por definición, la bandera nacional genera significados que van más allá de lo logístico o lo material. Limpia, colorida, ondeante, bien sostenida, ayuda a ensanchar el pecho. Caída, en el suelo, abandonada así sea por minutos, produce la sensación de que es una confesión de lo mal que está el país.
Ayer, la gran bandera nacional ubicada en la glorieta de San Jerónimo cayó, seguramente a causa del fuerte viento. Tal vez en otro momento del país las reacciones habrían sido menos incisivas, pero muchos creyeron ver en ese episodio la materialización de las muchas cosas malas que suceden en el país: los pésimos gobiernos, las deplorables cámaras legislativas, la violencia desatada, los medios de comunicación mendaces y manipuladores, los empresarios al acecho... Banderas caídas.
Pero no ha de ser de fracaso e impotencia la imagen que de estas caídas subsista. Cada vez son más los mexicanos a quienes queda claro el desastroso uso del poder que la camarilla felipesca ha hecho.
Ni siquiera se trata de discusiones sobre ilegitimidad de origen, fraudes electorales o banderías partidistas: Calderón y su cártel gobernante están siendo tachados por cada vez más mexicanos a causa del deplorable papel que están realizando, por más que saturen el espacio mediático de propaganda que entre más groseramente falsa más reacciones en contra genera.
No hay organización social, programa ni liderazgo que pueda encauzar plural y renovadamente la inconformidad generalizada, pero cada vez hay más conciencia y ganas de participar, de cambiar las cosas. De izar banderas".
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Julio Hernández López, Astillero, La Jornada, 05 feb. 2010.
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