Las travesuras del "Millonésimo".
Este singular clérigo de alto copete (der.) es un personaje indispensable de la picaresca mexicana de nuestros días. Se distingue por ser, como decimos en México, un tipo muy, pero muy cotorro y desbozalado, activo y multifacético.
Nunca se le ve callado o quieto. Siempre da la nota en los medios. Forma parte del elenco habitual de personalidades que aparecen, fulgurantes y felices, un día sí y otro también en las páginas de socialités de los diarios y las llamadas revistas del corazón.
Su presencia es habitual en las corridas de toros, donde ocupa una barrera de primera fila, siempre rodeado de millonetas y famosos.
Los paparazzi lo adoran, al igual que los periodistas chafas de la farándula y que nuestros patéticos cronistas taurinos de la televisión.
Estos, durante las trasmisiones de los festejos no pierden la oportunidad de entrevistarlo, lambisconearlo y pedirle, de paso, el favor y el honor su bendición (a lo cual accede con gusto el prelado, mientras, dicen las malas lenguas, esconde la mano izquierda, en la que sujeta un buen jaibol).
Monseñor es de esos tíos que cuando tienen un micrófono delante o cuando sienten una cámara enfocándolos, se transportan al Nirvana, levitan y se apropian de la escena sin contemplaciones al decoro ni temor alguno al ridículo.
Ha sido apoderado de toreros, corredor de bolsa y de coches lujosos, y prestamista de a millón pa arriba (de dólares, se entiende).
Hace un par de años, en una corrida en la Plaza México en la que actuaba su protegido, fue tomado en close-up por las cámaras de tv en el callejón, mientras con el puño en alto y mirando al juez, protestaba furioso porque al torero no se le concedió la oreja y a todo pulmón gritaba, haciendo coro con un sector del público:
--Uno, dos, tres,...chingue a su madre el juéz!
--Uno, dos, tres,...
El “Máistro Mecates”, un viejo masón de Teziutlán que a veces pasa por nuestro salón a refrescarse el gurguñate y a rendirle honores a la diosa Mayahuel, nos trae con frecuencia recortes de prensa, caricaturas y fotos alusivas a los desfiguros de algunos representantes del señor en estas tierras, tan humildes ellos y desvalidos, cuanto discretos y prudentes.
El otro día nos mostró todo un archivo, del que tomamos estas imágenes.
En la de arriba, de origen desconocido, vemos a nuestro conspicuo obispo haciendo no-sé-qué travesura al colega de al lado o quizá saludando a una multitud de emocionados fans taurinos de alguna peña que, babeando como de costumbre, lo aclaman a lo lejos.
Dice el Máistro Mecates que lo que está haciendo es el saludo fascista. No nos extrañaría.
A lo mejor es que acaba de regresar de alguna pachanga VIP en la madre patria y de pasadita se entrevistó con Rajoy y sus congéneres del PP, cuyos ancestros (valga la ocasión de que se luzcan) aparecen en esta otra fotografía de tiempos de la dictadura franquista, haciendo el mentado saludo hitleriano.
No, no es por joder, se trata únicamente de ilustrar la forma en que se hace el saludo al que se refiere nuestro amigo jacobino, el máistro Mecates.
Y en esta otra foto a todo color podemos apreciar al humilde siervo del altísimo, cual fauno exultante rodeado de bellas ninfas coronadas, en alguna de las fiestas de gente bonita a las que acostumbra, legítimamente -faltaba más- asistir.
A poco no es la escena esplendorosa y chic?... Todo él lo es... Todo, en su diócesis de San Cristóbal Ecatepec es chic también...no?
2 comentarios:
Oiga Ilustrísima, porqué no le dice al "Grado 33" que le pasó "el dato" que si le pregunta al señor ese que "se empeda y silba" que si nos facilita a las "gachíses" esas de la última foto para hacer unas dos o tres "maldades" un fin de semana de estos...
Que no nos damos por mal servidos... y como son 3 (las ninfas), invitamos al Cajero...
Total, él, por lo visto, se lleva de a cuartos con él...
Óle con ole, magister!...sí, cómo no; le mandaremos el recado con el máistro, je-je.
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