miércoles, junio 27, 2012

Del poeta Froilán a Fuente ovejuna: Votad!

Pulques Finos La Virtud no es, como pudiera pensarse, un sórdido refugio de viejos barrigones, rufianes insolentes y otras especies de esas que empollan, se crían y pastan en el solar patrio y son afectos a la reprobable ingesta de los néctares y elíxires que brinda a sus hijitos mexicanos la diosa Mayahuel.
Por ese antro virtual trasiegan variopintos personajes, individuos de toda laya que, virtuales y todo, liban, sestean y discuten; vociferan, rebuznan y echan sus penas al viento; los hay obreros, comerciantes, jurisconsultos y curas de pueblo, vagos, pintores y vejetes jubilados, cantantes de ópera, mentores moreiristas (o sea, profes; bueno, también de los que se la mientan a aquél, you know), inventores de extrañas marinolas, literatos y banderilleros en retiro; algunas mozas del partido caen de vez en cuando, eso sí, acompañadas casi siempre por clérigos de alto copete.
Todos los parroquianos tienen su gracia. Todos echan su cuarto de espadas, cada quien en lo suyo; el repertorio de habilidades y maromas de nuestros habitués es muy rico y variado, acá el mas pelón se hace trenzas. Hay quién sabe latín y dialectos ancestrales de Mesopotamia. Ah, y nuestra enchiladera –desde tiempos de la colonia, en todo expendio de neutles hay una- es licenciada en Ciencias Políticas.
Aquí tenemos de todo, como en botica. No en balde alguno ha dicho que el espíritu que sopla en nuestro salón es el espíritu de rebotica.
Presentamos -sin falsa modestia- una bonita muestra típica.
Se trata de un poema de los que se avienta el ínclito Froilán, místico poeta callejero de la misma línea de aquél "Adrián el Economista UU" que deambulaba echando jeremiadas y otras meadas por las calles del Saltillo de aquellos felices días del pulquero en el Ateneo Fuente, allá por los 60s del siglo pasado.
Este singular personaje (emparentado de lejos con otro vate glorioso, el guanajuatnse Margarito Ledesma) vagaba sin rumbo por la vida seguido por sus canes famélicos, desde los lejanos días en que el monero Rius clausuró Los Agachados. Una tarde, el poeta asomó la naríz, entró a La Virtud y pasó a nuestro mingitorio; luego se sentó un rato, le ofrecimos una jícara de curado de guanábana y se quedó.
Lo adoptamos acá en La Virtud y hoy este bardo callejero es una de nuestras estrellas de mayor fulgor y prosapia.
El viejo es de pocas palabras y de carácter algo agrio. Escribe, como Adrián el de Saltillo, en trozos de papel de estraza que va pepenando por donde pasa; siempre se le ve, aquerenciado en la cabecera de nuestra barra, tal como Hemingway en El Floridita de La Habana. Allí medita y crea sus ensoñaciones y hondas filosofías, mientras su honorable guardia perruna dormita al lado.
Bueno, ya estuvo, aquí va su última entrega:


Votad, Fuente ovejuna mexicana!

Votad, Fuente ovejuna mexicana.
Votad, votad, votad.
Mas no votéis al aventón, cual mensos,
no lo hagáis con el hígado, estómago o fundículo(*).
El cerebro es el órgano que debe utilizarse
para estos menesteres.
Es el momento de cobrarse caro
todas las que os han hecho.

Pensad un momentito,
no votéis a lo loco,
no echéis a la basura esa arma que es tu voto;
es un voto y no es poco: son el tuyo y millones.
El voto es una piedra,
la piedra es tu venganza.
Potente es la pedrada,
apunta bien y lanza.
arrojadla con fuerza,
con tino y con potencia,
directo a la cabeza,
que es donde más les duele,
entre ceja y oreja,
sonadles en la madre.
Que no te tiemble el brazo,
no falles el madrazo.
políticos bribones, hatajo de cabrones.
vendepatrias hipócritas,
sinverguenzas, ladrones.
Que no te tiemble el brazo,
no falles el madrazo.

Votad, Fuente ovejunos:
es la oportunidad,
no la dejéis pasar porque es preciso
chingar a los traidores con el voto,
castigar vende patrias, zurrar beatas,
no importan maremotos ni bravatas,
que ya se aplacarán.

Levantad esa frente,
acordáos de aquél indio tan valiente,
que salió de este pueblo, de esta gente,
honrad la dignidad.
Y mirad hacia arriba, buscaos en las estrellas,
en meteoros, cometas, galaxias y planetas;
no miréis hacia el suelo,
ya está bueno, ovejunos,
ya sois muchos, no algunos,
votad, votad, votad.


(*) fundículo: extraño órgano del sistema volitivo-encéfalo-calcáneo. Este vocablo suele usarse también a modo de comodín en ciertos ejercicios de retórica avanzada y solfeo. El arcipreste Catón de Saltillo lo cita con frecuencia en sus encíclicas y anatemas.

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