Esperpentos nacionales...
Moreira y
el lión de San Buenaventura.
No cesa, no
para, el ex gobernador de Coahuila de aparecer en los medios rebuznando,
haciendo piruetas grotescas, tratando de que la gente se trague sus patrañas
argumentales para exculparse de su pasado turbio y nefasto, del inmenso daño
que ocasionó a su pueblo, hundiéndose más en el fango del desprestigio.
Lo que es
aun mas grave, el pernicioso demagogo saltillense que heredó impunemente la
gubernatura a su hermano Rubén está concitando -con su desaforados respingos y
dicharachos- no solo animadversión y burla de la ciudadanía hacia su persona y
su desventurada familia, sino hacia su propio partido (que es revolucionario e
institucional) y sus dirigentes de alto copete, recién entronizados en las
cumbres del poder político.
--Es que no
habrá quien lo pare?; no habrá quien le ponga un bozal a este pillo hablador
por el bien de la república de Toluca? –pregunta El licenciado Memijes, muy
circunspecto.
--Y ya
saben ustedes la última? –dijo El Morrongo: ahora resulta que mi paisano
siempre no se retira de la escena para elaborar mermeladas de membrillo, como
lo anunció hace poco.
No, ahora dice que se marcha a estudiar una maestría o un
doctorado (sic) a Gringolandia.
--Pero además
declara que se va becado por el SNTE, --hágame usted el recabor favrón, revira
el jurisconsulto Manosprietas. Nuestro angelito se larga becado por la bruja Gordillo, lo que es
decir mantenido por el gobierno, lo que es decir por el pueblo al que robó y
burló a placer, el muy cínico.
--De veras,
hombre, alguien debería de callarlo, de esconderlo por ái, como al lión de San
Buena.
--A ver, a
ver, como está eso del lión de San Buena, preguntó intrigado el ingeniero
Mandojavier, quien se ausentó por un rato de su cibercafé para refrescarse con un curado de piñón.
--Pues hace
más de treinta años –respondió El Orejano, el Club de Leones de la risueña San
Buenaventura, Coahuila hizo levantar la estatua de un gran león en una glorieta
a las afueras de la ciudad, sobre la carretera a Cuatro Ciénegas. Hubo
brillante inauguración, gran mitote y todo lo que se acostumbra en tales casos.
Unos días
más tarde, –prosiguió El Orejano- la secretaria del Presidente Municipal hizo
pasar a un sujeto que solicitaba audiencia urgente con el funcionario. Al ser
recibido en el despacho, el sujeto exclamó sin mayor preámbulo:
--Mire,
señor alcalde, asómese por la ventana: allí afuera, en mi camioneta le traigo a
usted una lona doble y unas cuerdas para que se sirva mandar a tapar el
monumento al lión...
---Ah,
caray, --contesto el edil, ---y para qué hay que tapar la estatua, si la
acabamos de colocar?
--Pos nomás
para que no la mire la gente... qué no ve usted que está horrorosa?...y lo que
es peor, estamos en tiempos de feria y vienen muchas personas de fuera y hasta
del extranjero; qué van a pensar de nuestro pueblo con ese esperpento colocado
nada menos que en la mera entrada?
--Y así con
Humberto Moreira pues’n:...Porqué mejor no lo esconden como al lión de San Buena,
carajo? –remachó don Cuco el nevero.