miércoles, diciembre 19, 2012



Esperpentos nacionales...
Moreira y el lión de San Buenaventura.

No cesa, no para, el ex gobernador de Coahuila de aparecer en los medios rebuznando, haciendo piruetas grotescas, tratando de que la gente se trague sus patrañas argumentales para exculparse de su pasado turbio y nefasto, del inmenso daño que ocasionó a su pueblo, hundiéndose más en el fango del desprestigio.
Lo que es aun mas grave, el pernicioso demagogo saltillense que heredó impunemente la gubernatura a su hermano Rubén está concitando -con su desaforados respingos y dicharachos- no solo animadversión y burla de la ciudadanía hacia su persona y su desventurada familia, sino hacia su propio partido (que es revolucionario e institucional) y sus dirigentes de alto copete, recién entronizados en las cumbres del poder político.

--Es que no habrá quien lo pare?; no habrá quien le ponga un bozal a este pillo hablador por el bien de la república de Toluca? –pregunta El licenciado Memijes, muy circunspecto.
--Y ya saben ustedes la última? –dijo El Morrongo: ahora resulta que mi paisano siempre no se retira de la escena para elaborar mermeladas de membrillo, como lo anunció hace poco.
No, ahora dice que se marcha a estudiar una maestría o un doctorado (sic) a Gringolandia.
--Pero además declara que se va becado por el SNTE, --hágame usted el recabor favrón, revira el jurisconsulto Manosprietas. Nuestro angelito se larga becado por la bruja Gordillo, lo que es decir mantenido por el gobierno, lo que es decir por el pueblo al que robó y burló a placer, el muy cínico.
--De veras, hombre, alguien debería de callarlo, de esconderlo por ái, como al lión de San Buena.

--A ver, a ver, como está eso del lión de San Buena, preguntó intrigado el ingeniero Mandojavier, quien se ausentó por un rato de su cibercafé  para refrescarse con un curado de piñón.
--Pues hace más de treinta años –respondió El Orejano, el Club de Leones de la risueña San Buenaventura, Coahuila hizo levantar la estatua de un gran león en una glorieta a las afueras de la ciudad, sobre la carretera a Cuatro Ciénegas. Hubo brillante inauguración, gran mitote y todo lo que se acostumbra en tales casos.
Unos días más tarde, –prosiguió El Orejano- la secretaria del Presidente Municipal hizo pasar a un sujeto que solicitaba audiencia urgente con el funcionario. Al ser recibido en el despacho, el sujeto exclamó sin mayor preámbulo:
--Mire, señor alcalde, asómese por la ventana: allí afuera, en mi camioneta le traigo a usted una lona doble y unas cuerdas para que se sirva mandar a tapar el monumento al lión...
---Ah, caray, --contesto el edil, ---y para qué hay que tapar la estatua, si la acabamos de colocar?
--Pos nomás para que no la mire la gente... qué no ve usted que está horrorosa?...y lo que es peor, estamos en tiempos de feria y vienen muchas personas de fuera y hasta del extranjero; qué van a pensar de nuestro pueblo con ese esperpento colocado nada menos que en la mera entrada?
--Y así con Humberto Moreira pues’n:...Porqué mejor no lo esconden como al lión de San Buena, carajo? –remachó don Cuco el nevero.

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