Remembranzas del pulquero...
GORA, SAN FERMÍN!
Juan Mari: En Torreón,
México, hoy 11 de julio de 2013 son las 14:16 hs. y estamos en la sobremesa.
Allá en Navarra la noche ha caído y la fiesta levanta vapor.
He
terminado de ver la retrasmisión de la corrida de Pamplona. David Mora seguro
que ya se encuentra descansando en el hotel rebosante de gusto; ha sido el
triunfador de la tarde y te ha brindado la muerte de su primer toro.
El Hotel Europa
estará a tope como siempre, todos sudando la gota gorda para atender a la
clientela sanferminera que es tan leal como ustedes a la amistad.
Afuera, en
la calle, desde la esquina, y hasta en la Plaza de Castillo la algarabía es
indescriptible. Te hablo de memoria, no lo he visto en el telediario. Y no
necesito estar allí en mitad de la calle para sumarme a la fiesta.
Escucho en
estos momentos la música de San Fermín, me siento allá, entre ustedes, con el
mágico avío de Internet.
Estoy allí
abajo, en la acera oriente de Espoz y Mina, en condición virtual, aunque han
pasado buenos cinco lustros desde la última vez que nos vimos y nos acabamos a
morro las botellas de cava cuando los gallos cantaban en recuerdo de Mina El Mozo y
los caldos estaban a punto para recomponer los cuerpos. Luego nos iríamos
rápido a Estafeta para esperar el chupinazo que nos mandaban desde los corrales de El Gas y luego a sumergirnos en la marea frenética que subía con los toros hasta la plaza, sin reparar en lo húmedo y resbaloso de las baldosas, a lo que temíamos más que a los mismos pitones o la torpeza de los corredores indocumentados.
El día de hoy, en
los momentos en que la televisión taurina te tuvo a cuadro y te dedicó unos instantes,
no te hubiera reconocido si no es que los comentaristas te identifican y hablan de el Europa
cuando el matador David Mora te arrojó su montera.
En alguna
ocasión, hace años, RTVE entrevistó a Iñaki tu hermano y no te cuento la
emoción que sentí, y la fiesta que hice entonces acá.
Nada,
amigo, es solo la emoción de saludarte después de tanto tiempo, con un pacharán
casero en la diestra cuya receta me diste a cambio de una moneda mexicana de recuerdo en una porfía festiva, también de madrugada, en el Antoniuti.
De este
lado del charco las cosas de remembranza suelen ser más intensas y duraderas. Es
normal cuando se llega a la edad “de las ilusiones”.
Para ti,
para el gran Iñaki, para ustedes y tus hermanas, mis mejores recuerdos y mi gratitud por tantas atenciones
inmerecidas en aquellos inolvidables Sanfermines setenteros y ochenteros.
Gora San Fermín!
Gora San Fermín!
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Imágen: Los Idoate Juan Mari e Iñaki con sus hermanas, hosteleros pamplonicas fuera de serie.
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