COMPRAN LA PRESIDENCIA, VENDEN A LA PATRIA.
(La suerte esta echada, igual que el pueblo mexicano)
Los indignos senadores y diputados de los partidos de derecha, PRI, PAN,
PVEM y PANAL han consumado el crimen largamente anunciado.
Lo han hecho al más puro estilo salvaje y fascista: mediante la fuerza
bruta, en montón, como los cobardes.
Se cansaron de escuchar las voces de la razón y de simular el debate.
Pisotearon la Constitución y se burlaron de los procedimientos camarales.
Dieron el zarpazo descaradamente. Fue un manotazo final, un golpe seco.
Es la victoria cultural de los traidores a su país, de la minoría rapaz,
insaciable e indecente, ebria de poder, ciega, frenética que hoy lo gobierna
ilegítimamente.
Aprobaron el despojo a la nación de sus recursos energéticos. Le
quitaron a México del dominio de su riqueza estratégica. Es un agravio a la
nación y a su historia.
Privatizaron el futuro de sus hijos y lo convirtieron en utilidad neta
para unas cuantas empresas extranjeras.
La farsa en la cámara de diputados llegó a extremos inenarrables: en el
camino del edificio del senado, alteraron delincuencialmente la minuta aprobada
y le añadieron lo que quisieron para profundizar y ampliar los términos del
saqueo y hundir y humillar aún más a México. Acto seguido, los envilecidos
diputados la aprobaron de prisa, sin discutir un solo punto, en un recinto
ajeno a su cámara y protegidos por un cerco de granaderos y tanquetas digno de
las más infames dictaduras.
Falta todavía la aprobación por la mayoría de los congresos estatales,
pero eso será un día de campo; los gobernadores se frotan las manos, les
lloverá maná del cielo para animarlos a convalidar el atraco.
Todos los criminales tienen nombres y apellidos. Ahí están, la clase
política está a la vista de todos.
Hicieron retroceder la historia un siglo y medio. México parece no tener
remedio. La suerte está echada.
Los fantasmas de Santana y de Victoriano Huerta revolotean sobre el
cielo patrio y sus carcajadas resuenan helando la sangre.
¿Y el pueblo? Bien, gracias. Lo habían preparado cuidadosamente. Se
encuentra ausente, anestesiado, echado, como su suerte.
En cualquier país decente, digamos Uganda, o Haití, la turbamulta
estaría ya en las calles formando barricadas. En México las únicas turbamultas
son las que hoy doce de diciembre se dirigen a la Villa de Guadalupe y a los
centros comerciales para hacer las compras navideñas.
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Texto de la imágen: Pedro Miguel, www.navegaciones.blogspot.com
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