Fabulillas efímeras del merolicazo y la justicia mexicana...
Honda filosofía procesal.
Aquella mañana del año del 2014, después de rebuznar lo que
se consigna en este cartón, el merolico de Guanajuato se levantó del banquillo
de los acusados, se sacudió las manos, dio un par de golpes con sus botas en el
pulido piso de la Sala de Audiencias, se caló su sombrero tejano y exclamó:
--Con sus permiso,
señores, es todo lo que tengo qué declarar...
--Vámonos, Martita.
Entonces, los
honorables ministros de la Suprema Corta, el señor prevaricador general de la
nación, el señor secretario de la Disfunción Pública, y el señor arzobispo,
desde lo alto de la tribuna, le contestaron a coro con solemnísimas y graves
voces:
--Señor licenciado:
Después de escuchar con gran interés republicano y de estudiar las sólidas
bases jurídicas de sus argumentos esos del cochinero y el lavado, declaramos
unánimemente que son absolutamente claros, contundentes, inobjetables y
apegados a derecho....Es todo, puede usted retirarse, no hay delitos qué
perseguir.
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Cartón de El Fisgón.
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